couriense"
jueves, 31 de enero de 2013
LA "ESPANTÁ" Y EL LIBRO
Por jrFRANCOS
Tanto al administrador del Blog como a
los lectores del mismo creo debo un explicación del porqué de mi (medio)
"expantá" como colaborador del mismo o, utilizando otra expresión
acuñada, mi (medio) "despedida a la francesa".
La explicación es muy simple y
comprensible: porque me cansé que algunas personas me insultasen y me pusiesen
como un trapo diciendo de mi todo lo que les venía en gana. Eso sí, sin
argumentar.
Jamás, jamás yo respondí con la misma
moneda a nadie (salvo a aquel anónimo del Niemeyer), pero tened por seguro que
si me pusiese a calificar yo a esas personas me bastaría y sobraría con un solo
adjetivo para definirlas, y puestos ya a extenderse, me bastaría con una frase
de doce palabras para retratarlas que, personalizada, sería ésta: "Contigo,
el mundo se sostiene, pero no progresa".Vaya, todavía me han sobrado
cuatro. (Obviamente, cuando hablo de progreso, no me refiero a la
cuestión tecnológica, científica o material).
Así, pues, un día me dije: "Hasta
aquí hemos llegado" y pasé a otro tipo de colaboración, más laight y con
cuentagotas. Yo, que soy optimista y positivista y posibilista (y, según
Cubanín, algo existencialista), me quedo con la satisfacción de ser
medalla de bronce en cuanto a colaboraciones (casi 120 entradas, sólo por
detrás de Galán y de Miguel Ángel), que tengo impresas y recogidas en un
volumen para cuando sea viejo, cojitranto y desdentado (como los vecinos de El
Pueblo, de mi relato-que-no-lo-es "La diez y Veinte. Continuará",
colgado recientemente), situación que Dios o el Diablo no quiera que llegue, ni
siquiera la de llegar a viejo, poder leer y recapacitar porque ya no tendré
ganas de escribir.
También me quedo con la satisfacción de
que algunas de mis entradas están en el top ten de comentarios suscitados, como
aquella crónica de la comida de hermandad de septiembre del 2011, aparecida en
octubre, que suscitó casi medio centenar de participaciones. O la más reciente
de "Parada y fonda en Pola de Allande" que, si mal no recuerdo, llegó
casi a la veinte o lo sobrepasó. (Otras, en cambio, como el artículo "Me
llamo Silvia y yo no haría el amor con Silvio", confesiones entre lozanas
y humorísticas de un prostituta, con agilidad y chispa, que en el fondo
subyacía la crítica a Silvio Berlusconi por su forma de ver y tratar a la
mujer, es decir, reivindicaba un trato digno para la mujer, fuese prostituta o
no, tuvieron cero comentarios. Al igual que un buen trabajo realizado por
Galán, Ulpiano y yo, que fui el impulsor y coordinador a través de una encuesta
enviada a seis personas y que sólo contestamos nosotros, referente al
"Proyecto educativo y de instrucción de Corias". Y me atrevo a
calificarlo de un buen trabajo porque cada uno, pese a la encuesta, que era
abierta, la enfocó a su manera y será un documento base e imprescindible para
quien algún día quiera aproximarse, a través del Blog, al convento como
instituto laboral y tener un primer esbozo de lo que fue aquel centro
educativo. Pues, nada, cero comentarios, como si lo allí dicho fuese vivido
sólo por nosotros tres y no por más de mil alumnos, muchos de cuales están
entre esos 50-100 lectores que tiene diariamente el mismo. Con lo cual, y ya
termino, eso que tienes en la introducción al mismo, señor Administrador, donde
dices (hablo de memoria): "Cada uno es responsable de lo que escribe y en
última instancia, los lectores con su aprobación o silencio (comentarios) lo
calificarán", pues no. Rotundamente no. Como en literatura, fotografía,
música... y hasta en conferencias y discursos, no confundamos lo popular y el
populismo -que a veces puede tener hondura- con la calidad. Y menos si se trata
del discurso de un político u otro vendedor de ideas cualquiera.
Y cómo no -ahora sí que termino- me
quedo con el reconocimiento y afecto que, sin empalagos, algunos-as me habéis
manifestado. Eso es lo que realmente cuenta.
No voy a cambiar. Uno es como es y si aquí
algunos no digieren lo que escribo y cómo lo escribo, publico en otra parte o
lo guardo en un cajón y ya algún día aparecerá en forma de libro. Y si no
aparece, pues que no aparezca, pero yo sigo haciendo lo que me gusta y como me
gusta, y eso es lo importante.
No voy a cambiar porque "está ya el trigo
duro para pitas", un refrán de por aquí que hace referencia a la
imposibilidad de hacer aquellas flautas que con una caña de trigo verde todos
hicimos alguna vez de niños. Bueno, sí, voy a cambiar en algo, que es tanto
como decir que voy a seguir haciendo lo que últimamente hacía: escribir sólo de
vez en cuando (1) y a ser posible en línea no polémica (esto último me costará,
pero lo seguiremos intentando, aquí en el Blog, claro).
NOTAS.
(1) En cartera, con sus fotos y trabajo de campo ya hecho,
tengo todo estos trabajos:
-"Por Cangas del Narcea y
su montaña sagrada"
-"Por el Concejo de
Tineo"
-"El Museo de Escultura al
aire libre de Oviedo"
-"De turismo enológico por
Almendralejo"
-"Decía Alejandro
Casona..."
-"Doctor en cirugía
arbórea"
-"El consultorio de Elena
Francis y la cagalera de un
couriense"
couriense"
-"En Navaescuriel con el
escultor Santiago de Santiago"
-"La poesía conceptual o
experimental"
-Y otros...
martes, 29 de enero de 2013
El PECADO III
No voy a dar nombre alguno de
cuantos personajes que van a desfilar por este artículo. No debo, ni quisiera,
ni puedo hacerlo. Podrían ser imaginarios, pero son tan reales que los conozco
personalmente.
Los que hayan leído mi anterior
artículo sobre el pecado, quizás puedan atribuir una laxitud que no responde a
la realidad. Es cierto que montones de cosas que os dijeron que eran pecado, no
lo son. Al menos en mi opinión. No digo ni humilde opinión porque soy
consciente de lo que opino, me siento tan cristiano como el que más y he pasado
años leyendo libros de religión de los mejores teólogos modernos. Es cierto que
me rebelo contra aquella maraña de supuesta pecaminosidad que se atribuía a
actos únicamente achacables a debilidades humanas. No quiero burlarme ni hacer
una fácil caricatura de aquello, pero ya me diréis si era digno del fuego
eterno ese adolescente que un día se obceca de deseo y le toca la teta
izquierda a una chavala que previsiblemente ya se había desabrochado los
botones más de la cuenta ¡Al fuego eterno y por una eternidad! Y para colmo, el
muy pecador se pasaba la semana soñando con hacer lo mismo con la teta derecha.
Hoy quiero hacer aquí una
relación de los pecados serios, nada de bromas, pecados de infierno suponiendo
que existiera el tal infierno, cosa más que dudosa. Al menos como nos la
describen.
Vamos allá. Insisto en que son
casos reales, de ahora mismo de mi entorno, no invento nada.
1. 1- SIN PAGA NI SEGURO.
Lo conozco de toda la vida. La
familia ha amasado una tremenda fortuna. No diré de qué para no dar pistas.
Tiene una empleada desde hace treinta años a la que pagan un sueldo de hambre y
además no la tienen asegurada. No existe para la Seguridad Social y el día de
mañana quedará sin pensión, que la ponga a mendigar. Es un pecado, grave no,
gravísimo. No soy tan osado como aquellos teólogos que concretaban, tiempo y
lugar a modo de castigo. Pero digo yo, su castigo ha de tener. Ignoro cual.
2. 2- ¿Y SU
MUJER?
Llegaron a Pola procedentes de
un país lejano y aquí intentaron reconstruir su vida con una niña de cinco
años. Él, que se hizo amigo mío y confidente de sus problemas. En su país había
sido periodista deportivo y tenía gran facilidad verbal que lo hacía muy
creíble. Nos veíamos casi a diario. Su mujer enseguida encontró un trabajo en
hostelería. Él trabajaba de forma intermitente a la espera de ciertos papeles
para optar a una plaza de guardia de seguridad. De pronto algo cambió en sus
vidas. Ella empezó a llegar cada día más tarde a casa. Los rumores en una villa
tan pequeña corren rápido. La veían cenando por todas partes con un individuo
de una familia que no gozaba de gran prestigio. Así un día y otro día volvía a
casa pasadas las doce de la noche. La niñita iba para la cama llorando cada día
clamando por los mimos de mamá. Mi amigo vivió así una larga temporada. Dejó de
verme. Yo ignoraba lo que les estaba pasando. Así transcurrieron varios meses.
Al fin un día nos encontramos en la calle, nada más verme me contó:
“Bueno, supongo que estarás
informado de lo mío” Dijo.
“Perdona, hace tiempo que no
nos vemos y nos sé de qué me estás hablando” Contesté.
“Pues serás el único en Pola
que no sabe aún mi caso”.
“Bueno cuéntame”
“Verás – me contó la triste
historia de su ex, las noches de espera los llantos de la niña llamando a mamá…
Y una triste noche cuando a las
cuatro de la mañana entró por la puerta yo fui y le di un tremendo golpe que la
arrojó contra la pared. Se levantó de inmediato y fue al médico y a la guardia
civil y acto seguido a la policía. A las once ya estaba en el calabozo. Tras
meses de encierro y al fin de la condena, me prohibieron que volviera de nuevo
al hogar, y una orden de alejamiento a 100 kilómetros de distancia. Hoy he
venido a ver si tengo suerte de ver a mi hijita aunque sea de lejos.”
¿Existe el pecado? Cada cual
que juzgue por sí mismo.
3. 3- EN LA
CALLE.
Yo conocía a Paulino desde que
yo era un niño y él un hombre joven. Mil derroteros de la vida, me separaron de
él como de tantos y tantos.
Hace cinco años, estando con un
amigo en un bar, este me dice “Mira ahí viene el pobre Paulino”
“¿Qué Paulino?” Dije yo.
“Paulino el de tal y tal”.
Quedé perplejo era un ancianito
encorvado con muletas y con un aspecto de pobre de pedir.
“Y que le ha pasado”
“Ah, pero ¿No sabes? Si es
famoso el caso aquí”
Verás su mujer, le hace
levantarse a las siete de la mañana y luego le manda a la calle. No puede
volver hasta la hora de comer, llueva o haga sol, a 30 grados o con nieve. Una
vez comido otra vez a la calle hasta las nueve de la noche. Y a todo esto sin
un duro. En algunos bares le servían cafés y vinos gratis. En los bares lo
admiten por pena, para que no pase frío. Los vecinos atestiguan que lo más fino
que ella le dice es “inútil” y “cornudo”. Por fin murió Paulino. Ella no, anda
por ahí.
¿Se habrá confesado ante Dios o
ante los hombres de semejante salvajada? ¿Existe o no existe el pecado?
4. 4- MI
AMIGO N.N.
Amigos desde la más tierna
infancia. Luego vino lo que vino en la vida de cada uno. Pero siempre
mantuvimos una relación intermitente.
Estaba yo recién llegado a
Corias cuando me llamó para decirme que tenía algo especial para mí, que yo le
casaría con su novia en la parroquia de ella. Y así, desde el primer momento en
que la conocí me di cuenta de que era una persona fenomenal, guapa, inteligente,
educada…
Por un giro de la vida, mi
amigo tuvo que vender un grandísimo patrimonio que poseía por herencia. Un
montón de dinero. Fue todo a parar a un club de señoritas de Oviedo, muy
famoso, pero no recuerdo el nombre. Allí dejó hasta el último céntimo, noche,
tras noche. Yo me enteré ya tarde.
También me enteré de que
maltrataba a su mujer, estaba despreciada y abandonada, esta se dio a la
bebida, lo que acabó con ella en un par de años. El murió no hace mucho sin
amigos y solo, pero querido por sus hijos.
¿Hay pecados mortales o no los
hay? ¿Cuál será su castigo? ¿No tendrá castigo alguno? ¿Irá a un fuego
eterno? Yo no lo sé. La fe es así de
exigente, no entendemos, no sabemos pero al menos algunos seguimos esperando
que haya un Dios bondadoso. Ese Dios bondadoso en el que confiamos que no le
adjudique el mismo destino a la Madre Teresa de Calcuta que al protagonista de
esta anécdota.
5. 5- ROCIO
ES VECINA MÍA.
Tiene diez años y la alegría a
flor de piel a todas horas. Anda por todo el pueblo, alegre, feliz, sonriendo
siempre, saludadora. Un sol de niña. Vive a su aire, como un animalito. Al
parecer es hija de padre desconocido y de madre demasiado conocida, ajuntada
con un cubano bebedor. Rocío en su
inocencia te hace partícipe de todas sus penas y alegrías. El otro día me decía
que estaba feliz porque al día siguiente iba a darse el primer beso con su
novio. El cuarto, porque ya tuvo otros tres. Nadie lo comenta con palabras
explícitas y crueles pero todos comentan que mejor no imaginar su porvenir.
¿Existe el pecado? Juzgad,
juzgad por vosotros mismos ¿Habrá un castigo pertinente para gentes como estas?
Yo no creo en la aberración del infierno pero tiene que haber un castigo.
Pepe
Morán. Dominico-ex.
FIN DE SEMANA EN ZERMATT (II)
Parada-Homenaje a Lord Byron en el Castillo de Chillon
Al vislumbrar el
castillo de Chillón desde el tren, la memoria, como en un teatro con la función
a punto de comenzar, descorrió el telón permitiéndome recordar un nombre
grabado en una columna de los sótanos, antiguos calabozos, de este castillo;
también una película con unos personajes remando en aguas embravecidas, y
muchas cosas más.
El nombre corresponde
a Lord Byron, lo dejó grabado durante su visita a este lugar. Pude verlo hace
años al entrar por vez primera en este castillo, para ser sincero, porque lo señalaron. A él
bien se le puede perdonar este pequeño acto de vandalismo, nada que ver con los
perpetrados por descerebrados en tantos monumentos históricos-artísticos
visitados. Él, de este lugar, se llevó una huella mucho más profunda que la
dejada en la columna, aquella que dio origen al Prisionero de Chillon.
Este
denostado/admirado personaje/autor- posiblemente solo su vida, por intensa, sea
equiparable a su obra literaria- no viajaba solo por Suiza. El asturiano
Gonzalo Suárez narró las peripecias del grupo por las orillas del lago
Leman al dirigir la película “Remando al
viento.” Como es sabido, durante esa estancia suiza, sus acompañantes, brillantes
y ocurrentes, crearon personajes - Mary
Shelley dio vida a Frankenstein y Polidori al Vampiro- que marcaron
nuestra juventud, sobrecogiéndonos incluso de terror a veces. Aún recuerdo
aquellos tenebrosos cuatro kilómetros de carretera negra y solitaria que
separan Cangas de Limés recorridos en bicicleta, azuzado por el miedo, después
de ver una película sobre estos personajes en el cine Toreno.
Byron,
como decía, escribió El Prisionero de Chillon basándose en la historia real de
un personaje del siglo XVI que había permanecido allí preso cuando el castillo
era prisión. Esta obra, como otras suyas, si no se dispone en papel, es fácil
de localizar por Internet, pero no puedo resistir la tentación de reproducir,
al menos, unos capítulos aquí.
I
Hay siete pilares góticos en los viejos y profundos calabozos de Chillon,
siete columnas macizas y grisáceas, entre las cuales se filtra una macilenta
luz, como un rayo de sol perdido que pasando a través de las rendijas y
grietas, hubiera caído allí, palpitando en el húmedo suelo como un fuego fatuo
en las aguas de un pantano. En cada pilar hay una anilla, y en cada anilla una
cadena. Este hierro es algo que roe, pues en mis miembros ha dejado dentelladas
que no se borrarán hasta que la luz de este mundo se apague para mí. Luz nueva
la que ahora hiere mis ojos después de tantos años sin ver la salida del sol.
¿Cuántos años? He perdido la noción de su lento transcurso, desde el momento de
la muerte de mi último hermano, junto a mí, cuando yo quedé vivo a su lado.VI
Las aguas del lago Leman bañan los muros del Castillo de Chillon. Desde lo alto de las blancas almenas, la sonda se hunde a mil pies en las profundas ondas que rodean sus torres. De modo que la doble barrera de piedra y de agua hacía de nuestro calabozo una tumba en donde estábamos como enterrados vivos. La sombría mazmorra en donde yacíamos está más baja que el nivel del lago. Oíamos por encima de nosotros, de día y de noche el murmullo de las aguas contra las murallas y a veces en invierno, me alcanzó la espuma que, impulsada por el viento, pasaba por las rejas a través de este libre espacio. La roca temblaba y yo sentía este temblor sin temor, pues hubiera acogido sonriente la muerte que me habría libertado.
XIV
Los meses pasaron… o los años… o los días… No lo sé. Me era
indiferente. Había perdido la esperanza de que mis ojos, una vez quitada la
venda de las tinieblas, pudieran volver a ver la luz del día. Al fin unos
hombres vinieron y me pusieron en libertad. No pregunté por qué, ni me preocupé
por saber adonde iba a vivir. Me era igual estar o no, cargado de cadenas.
Había acabado por sentirme indiferente en medio de mi desesperación. De modo
que cuando vinieron a quitarme los grillos, me sentía como un ermitaño entre
estos pesados muros y me pareció que al sacarme de allí, me arrancaban por
segunda vez de mi hogar, de mi verdadera patria. Las arañas eran mis amigas; me
gustaba observar su silencioso trabajo. Había también observado a los ratones
que jugaban bajo los rayos de la luna. ¿Por qué hubiera debido sentir un menor
apego al lugar que estos animales? Éramos todos habitantes de la misma morada,
Y yo, su soberano, podía hacerlos morir. No obstante, cosa extraña, vivíamos en
paz. Incluso mis cadenas acabaron por resultarme familiares. Lo cual demuestra
que la costumbre acaba por hacernos lo que somos.
Fue suspirando como recobré la libertad”.
Fue suspirando como recobré la libertad”.
El autor de
esta pintura, Gustave Courbet, tiene entre sus obras maestras la fascinante y
controvertida “El origen del mundo”, que se puede visitar en el museo d’Orsay
de París.
Ulpiano
Rodríguez Calvo
lunes, 28 de enero de 2013
REUNIÓN GASTRONÓMICO - CULTURAL EN CANGAS
Este fin de semana pasado, estuve
por Cangas ya que por estas fechas que coinciden con Santiso, acostumbramos celebrar en la Peña que los
“gurininos” ya están aptos para su degustación. Para ello nos reunimos en el
Caniecho unos cuantos amigos para dar alegría al cuerpo, según se puede ver en
las fotografías, que no son de muy buena calidad ya que están echas con la cámara
parlante. Como aqui no tenían ese Curriellos que está reservado para Mamen, tuvimos que conformarnos con un Rioja, eso sí de buena boca.
Como llegué pronto a Cangas tuve
tiempo para “visitar” la fana de la calle Clarín, que tendrá ocupados durante
bastante tiempo a los vecinos de los bloques afectados. No conocía el lugar exacto
pero no me extraña el desaguisado que se produjo dado el desnivel y la
inclinación del terreno. Nuestro topógrafo de cámara Benjamin habría descrito
mucho mejor el relato, facilitanto datos técnicos de cotas y demás medidas topográficas..
Aproveché para ver a algunos
amigos. Visitar el Santuario de Antón "Chicote", donde unos cuantos participantes del Concurso de Canción Asturiana que se celebra entre este fin de semana y el próximo, competían amigablemente en el chigre acompañados por un gaiteru. Tuve tiempo a tomar un café con Maribel y Manolo y esperaba haber tomado el vermú con
Mamen el domingo, pues la intención era comer en Cangas, pero al comenzar a llover decidimos ir a comer a El Entrego con
mi hermano.
A la vuelta pude comprobar la
cantidad de basura acumulada por los efectos de las riada en la presa de Calabazos, ya casi llena. De ello
queda constancia en documento gráfico, aunque la calidad también brilla por su ausencia. ¡Qué se le va a hacer! La próxima vez procuraré llevar la cámara de verdad.
domingo, 27 de enero de 2013
EL PECADO I
El título ya anuncia un tema serio. Los que disfrutan con
mis artículos de humor tendrán que resignarse, no siempre me apetece el tema
del humorístico y sí me encanta abordar temas serios y espinosos. Me voy a
poner serio, muy serio.
Ante todo me siento obligado a pedir perdón a todos cuantos
fueron discípulos míos. No fui lo suficientemente valiente para dar la cara
cuando en aquella época os enseñaban una religión con la que yo, (y alguno más,
Carmelo, Lastra) no estábamos de acuerdo. Me negué a confesar, porque
sencillamente no consideraba pecado el 95% de las cosas que la gente cargaba
estúpidamente sobre sus conciencias.
Es más, en el año 65 fuimos Carmelo y yo a hablar con
Monseñor Tarancón, entonces Arzobispo de Oviedo, y le planteamos un tema que
nos tenía quemados. ¿Cómo es posible calificar de pecado mortal por ejemplo la
masturbación y requerir la confesión para ir a comulgar? Tarancón nos atendió como amigos y nos dijo
así de claro, que nunca debíamos negar la comunión, cómo no fuese por algo
extraordinariamente pecaminoso y la masturbación no lo era. Ni tantos y tantos
actos presuntamente pecados mortales. Faltar a misa un domingo, por ejemplo.
Vamos a ver, existe el derecho natural y el derecho
positivo. El derecho natural como su nombre indica emana de nuestra propia
naturaleza y rige nuestros actos de manera universal, coincide prácticamente
con la conocida frase que dice “No hagas a los demás lo que no quieras que te
hagan a ti”. No robes, no mates, no difames etc. Todos lo comprendemos. Solo
los deficientes mentales o los humanos
que viven en condiciones de semi animalidad no perciben y distinguen el bien
del mal. Su contravención conlleva un pecado en cualquier circunstancia,
siempre al margen de tiempo y lugar.
El derecho positivo son las normas reguladas por la
autoridad humana: los gobiernos, la iglesia, los jueces etc. Estas ni son
universales ni son perennes. Hoy te multan por circular a 150 y mañana regulan
que puedes ir a esa misma velocidad. Un día era pecado comer una galleta
después de las doce de la noche, la noche previa a la comunión y al poco tiempo
se podía comer una fabada. Es decir lo que en un momento se califica de pecado
deja de serlo. Eso no puede ser ni se puede admitir. Pero es más. De un acto
legislativo humano o mejor gubernamental se puede implicar en un delito punible
que nunca destroza al infractor, una multa, unos años de cárcel y resuelto.
Pero en el caso del derecho positivo eclesiástico se consideraba que incluso
podías ofender a un Dios y ser condenado a una eternidad. Esto es y era
sencillamente monstruoso. Durante años y años los teólogos, los moralistas y al
cabo, la iglesia cometía el enorme delito de apisonar las conciencias de los
creyentes, amenazándolos con el fuego eterno por no asistir un domingo a una
misa. Con una osadía inadmisible, inventaron un Dios cruel, vengativo y atroz y
le adjudicaron a ese Dios unas valoraciones y juicios que eran producto de su
paranoia. ¿De verdad creían en un Dios que sentenciara a un tormento eterno?
¿Era para ellos compatible un Dios misericordioso con un Dios vengativo?
Está cada día más claro que la teología deformó la
religión. Yo jamás me sentaría a
discutir estas cosas con un libro de teología encima de la mesa. Sólo admito
una autoridad: El evangelio. El Jesús
que nos dijo “En esto conocerán que sois mis discípulos, en que os amáis unos a
los otros.
Recuerdo con horror aquella definición del pecado moral que
decía “Aversio a Deo et conversio ad creaturas” o sea, animadversión hacia Dios
y conversión a las criaturas. Es decir que el pecador deliberadamente reniega
de Dios y se entrega a las criaturas, en las cosas de este mundo. Si tenéis
conciencia de haber cometido un pecado de lo que os dijeron que, tal era
mortal, decidme si aquel momento reflexionabais y conscientemente renegabais de
Dios. Mirad, ocurre que para nosotros, los creyentes, la vida es un largo
camino hacia Dios, hacia el cielo, ocurre que en ese largo camino nos
sobreviene de vez en cuando, alguna flaqueza, alguna tentación. Pero poco
importa. Nuestra meta es la cristiana por ella vivimos, esa es nuestra actitud
vital. Las caídas son esporádicas. El pecado si existe en nuestras vidas es un
leve traspié. Cabe distinguir entonces el pecado como acto y como actitud.
Aquel no reniega de Dios y éste reniega de él. No es claro que el pecado es una
intranscendente caída, un leve decaimiento en el camino.
Alguien que sabía más de este tema que los teólogos,
San Juan de la Cruz acuñó una frase a un
tiempo consoladora y exacta: “Al caer de la tarde os examinarán en el amor”. En
el amor y no en las misas que oísteis o
en las que dejasteis de oír o en las flaquezas de la carne. En el amor, en como
ayudaste a los demás, en el bien que hiciste o dejaste de hacer, en la bondad
que derramaste a tu alrededor. Al cabo esto es lo único que importa. Yo me
atengo al evangelio, soy creyente. Poro me importan las elucubraciones
teológicas que tratan de regir mi vida según un criterio que, al fin y al cabo,
es tan humano que no vale para evaluar si voy por el camino recto o por el
sentido contrario. Acto y actitud, esto es lo que importa y define una vida.
Espero que nadie me malinterprete. Hay pecados, claro que
los hay, robar el jornal a un obrero, destruir a una persona por una calumnia,
despreciar a los propios padres, poder hacer el bien y no hacerlo. En cuanto
aquello de no codiciar los bienes ajenos… ¡Hombre! Hombre si tal codicia te lleva
a trabajar más, a crear riqueza y puestos de trabajo… ¡Pues bendita codicia! Y por lo que respecta
a desear a la mujer del prójimo pues… si
la prójima está muy buena y te limitas a valorar lo que ves… es humano o un
diabético ante el escaparate de una confitería no peca por desearlo, pecaría si
echara el cristal abajo para atiborrarse de pasteles.
En fin de cualquier manera de la iglesia actual a la que
vivimos nosotros hay un abismo. Ya quisieran otras instituciones afrontar una
renovación de sí mismas como la que ha hecho la iglesia. Los sindicatos y los
políticos son ahora peores que hace 70 años. Hasta la Guardia Civil ha empezado
a deteriorarse…
Yo me siento orgulloso de ser católico, creyente,
practicante y proclamar que pese a todo la satisfacción de mi vida es haber
sido dominico.
Pepe
Morán. Dominico-ex.
VIAJE A LA HISTORIA. PINTAIUS
Nuestro personaje de hoy tiene a bien, ser el primer
asturiano reconocido en la historia y del que existe documentación. Se trata de
Pintaius, para verle tendremos que acercarnos al siglo I de la era cristiana a
la ciudad de Boon.
Pintaius, ¿ háblenos de sus orígenes?
Soy hijo de Podilicio, nacì a las orillas de un río llamado
Huerna muy cerca de Pola de Lena en un lugar llamado Castello Intercatia. Donde
residí hasta los veintitrés años.
¿Cómo es que se hizo soldado
romano?
Se formó, un regimiento, de soldados formados por Astures y
me alisté mi destino fue la ciudad de Boon.
¿Fue un importante militar?
Perteneci como Signifer a la Cohor 5 Asturum.
¿Signifer?
Si, era un cargo importante, te correspondía llevar el
estandarte, siete años, hasta mi muerte.
¿Murió Ud. Muy joven?
Si, en una batalla, de las muchas que libré, mi sucesor al
morir encargó una lápida en la que estoy vestido de romano con el signum en su
mano y una piel de oso sobre la cabeza y las patas cruzaban sobre el pecho.
Esta lapida la podemos visitar en la ciudad de Boon, nos
despedimos del personaje hasta una próxima ocasión.
Miguel
Ángel Vázquez
viernes, 25 de enero de 2013
El Candil
Le conocí hace unos ocho o diez años, cuando aún vivía en X,
en una aldea alejada unos seis kilómetros de Lena. Fui con un pariente mío, encargado
de los asuntos sociales del municipio. El Candil vivía en una cuadra pequeña.
Resultaba que según me han contando era el único hijo legítimo de un paisano
que dejó además cuatro hijos ilegítimos de diferente madre. El Candil por
decirlo suavemente era el primero pero el más inocente de todos. De tal modo
que al morir el padre de los otros, los otros ya se habían espabilado (notario,
juzgado, registro) para que la fortuna que dejara el padre se repartiera entre
ellos cuatro, excluyendo al Candil. Llevaron a una docena de testigos para
conseguir su propósito. Candil heredó una cuadra de doce metros cuadrados y no
es todo también heredó el río, el monte con todos sus moradores y frutos y un
largo etcétera de recursos naturales.
El panadero le regalaba una barra de pan al día que
depositaba en una bolsa de plástico al borde del camino rural amparado por una
tabla, los vecinos que pasaban por ahí siempre le dejaban algo, sobre todo
arroz, azúcar y lentejas. De todo menos carne y pescado que todos sabían que se
abastecía por su cuenta. Tenía un fuego encendido siempre, en el medio de la
cabaña. A mí me anonadó semejante pobreza. Él, muy generoso quitó una piedra de
la pared, metió la mano y extrajo treinta centímetros de chorizo, y nos invitó
cabe el fuego, nosotros previamente habíamos adquirido una botella de vino. La
bolsa con el pan y lo demás lo colgaba de las trébedes para evitar ratones.
Mi primo iba con el decidido propósito de sacarle de la
cuadra y llevarle a la residencia de Pola. Él no quería ni hablar de ello,
hasta tenía un pesebre mullido con abundantes hojas de maíz y dos mantas viejas
para la noche.
Nos divertimos mucho con la narración de sus artimañas de
alimañero. Rastreaba mejor que un perro de caza y no fallaba una pista como el
famoso Derzu Upzala de Akira Kurosawa.
Quedamos en que al día siguiente volveríamos los dos y Tomás
pues… ¿Quién no conoce a Tomasín en todo el concejo? Después de morir Elenita
el benefactor oficial de Pola es mi amigo Tomás. Todo el que tenga un problema
del orden que sea, cómo primera providencia acude a Tomás. Todo el mundo sabe que
si Tomás solicita algo de alguien ese alguien no se atreve a negárselo. Porque
todos sabemos que todo cuanto pida es para sacar de algún apuro a otra persona.
Así que fuimos los tres a buscar a Candil. Fuimos en un Jeep
que llega hasta el pueblo. Nada más llegar ya Candil nos esperaba para ir a dar
una vuelta por el Mufosu (un inmenso bosque que el Candil tenía por terreno
propio para sus artes de alimañero). Insistió en que fuésemos por el camino
forestal que se adentraba en el Mufosu pues tenía la intuición de que alguien
había madrugado para robarle lo que hubiera en sus cepos, trampas o garduñas.
Solo, salvo dos pichones torcaces que luego comimos con arroz a mediodía. El
candil estaba furioso y no quería bajar con nosotros hasta no descubrir al
ladrón. Comió y salió disparado para volver a montar todos sus artilugios para
aves, mamíferos, truchas, etc…
Fuimos bien de madrugada y le acompañamos en silencio por
toda la espesura del monte. De pronto se detuvo y en voz queda nos anunció que
el ladrón era Chas el de las Llanas. Él sabía que la madreña derecha de Chas
carecía del clavo del tacón trasero y las huellas del camino así lo delataban.
Durante un buen rato nos escondimos en una cabaña abandonada, de seguro que el
Chas pasaría por el camino próximo, más temprano que tarde. Ahí no tardamos de
oír las madreñas del Chas. Salimos justo cuando pasaba a nuestra altura y le
obligamos a dejar en el suelo todo lo que llevaba a cuestas. Le incautamos lo
comestible y El Candil dejó claro que había invadido su terreno. El Mufosu era
el cazadero del Candil, el Chas, tenía todo el terreno de la parte de Quirós y
Manolín el de Armá tenía la parte norte hasta Riosa. Cada uno tenía que
respetar su territorio, si no aquello sería la guerra. Mientras aclaraban sus
cosas me dediqué a examinar el instrumental del oficio. Quedé sobrecogido con
los cepos loberos, dos semicírculos llenos de triángulos agudos, puntas y
clavos que al abrirse simulaban una siniestra dentadura, casi como la de un
cocodrilo. Era difícil separar ambas mandíbulas encajadas por un muelle de
fuerza brutal. Su manejo requería un cuidado exquisito, pues la fuerza del
muelle era tal que si saltaba y le cogía a uno le dejaba manco. No hay animal
que pueda librarse de semejante mordedura: ni el oso.
Dejamos marchar al Chas y ya todo resuelto el Candil accedió
de mala gana pero accedió a bajar a vivir a la Residencia. No recogió sus pertenencias
pues nada poseía. Bajó de madreñas, no sabía andar sin ellas. Algún guasón
asegura que ya nació con ellas.
Como a un kilómetro de Pola nos cruzamos con un vehículo de
la Guardia Civil, nos dijeron que iban a buscar a un tal “Chas de las Llanas”
que parece que tenía sembrados de cepos y garduñas varios kilómetros a lo largo
del monte. El Candil iba atrás tapado
con una manta y no llamó la atención.
Me cuentan que una vez limpio y aseado bajó a comer y probó
la sopa y decidió amar a la monja hasta el final de sus días.
Duró solo un año. Feliz. Bueno a medias porque añoraba su
cabaña, su fuego, sus alimañas y sus truchas.
Pepe
Morán. Dominico-ex.
jueves, 24 de enero de 2013
FIN DE SEMANA EN ZERMATT ( 1 )
Vista del lago Leman y el Mont Blanc desde un apartamento de Sécheron (Ginebra)
Entre los países
llamados civilizados existen diversos grados o escalones. Uno de los
indicadores más fiables del nivel de civismo alcanzado por cada uno de ellos es
la eficacia, y el trato, de los empleados de servicios públicos hacia los
ciudadanos.
Los transportes en
Ginebra, tomando billetes diarios, son muy caros. Ello impone, cuando se trata
de una estancia un tanto prolongada, hacerse con un abono de transportes. Para
conseguirlo basta acudir a una oficina de T.P.G. (siglas en francés de
Transportes Públicos de Ginebra) con el D.N.I. o pasaporte. Allí un atento/a
empleado/a, después de preguntar el domicilio en Ginebra (no es necesario
justificarlo) hace una fotografía con la cámara incorporada a su ordenador y en
tres minutos se está con un flamante carnet, gratuito, en el bolsillo para
adquirir el cupón de transporte por el periodo y zona que se estime
conveniente. De alcanzar o superar los sesenta y cinco años ese carnet otorgará
el descuento, en transporte, correspondiente a jubilado suizo. Incluso si se
regresa a esta ciudad uno o dos años después, y se ha olvidado ese carnet en el
domicilio habitual, con acudir a la oficina TPG, donde preguntarán amablemente
si es el mismo domicilio, entregarán en dos minutos (esta vez no es necesario
repetir fotografía por tenerla informatizada) un nuevo y también gratuito carnet.
Con motivo del viaje que pretendo relatar acudimos a una
oficina de los ferrocarriles suizos, y sacamos tres billetes ida y vuelta,
precio 180 FS. cada uno, entre Ginebra y Zermatt, con la idea de comprar allí
los billetes del tren de cremallera que sube hasta los 3135 m . del Gornergrat, cuyo
precio, 80 FS. por billete de ida y vuelta, ya conocíamos. El día anterior a
emprender el viaje, casualmente, nos enteramos de que había una oferta de
billetes que incluía la extensión a Gornergrat por 182 FS. Acudimos de nuevo a
la oficina para pedir el cambio de los que ya teníamos por los de la oferta. La
señora que nos atendió disculpó al colega que nos había atendido días antes por
no habernos informado de la oferta, e hizo el cambio de los billetes. Pagamos
los 6 FS. de diferencia y nos ahorramos 234, cerca de 200 euros, bienvenidos
para gastar en Zermatt.
Lamento este plomizo inicio. Pero no pude evitarlo
recordando la “gentil” atención y “facilidades” recibidas en tantas ocasiones
al acudir a una ventanilla de servicios públicos en España.
Intentaré ir por
donde pretendía.
Para quienes no vamos a esquiar o practicar otros deportes
de invierno, aventurarse, casi a finales de octubre, a ir por las zonas más
altas de Suiza es como tirar una moneda al aire. En lugar de pasar un agradable
fin de semana caminando por la montaña, disfrutando de maravillosas vistas, se
puede pasar encerrado en un hotel en medio de la ventisca.
En esta ocasión hubo suerte, los partes metereológicos
anunciaban buen tiempo por el Valais, cantón donde se encuentra Zermatt, y el
sol comenzaba a despuntar por el horizonte cuando nos subíamos al tren en la
estación de Cornavin.
Por delante quedaban unas tres horas de tren hasta Visp
donde se hace transbordo para llegar a Zermatt.
El viaje no resulta pesado por lo ameno y variado del
recorrido. La salida de Ginebra se efectúa por la zona donde se ubican los
gigantescos edificios de las numerosas organizaciones internacionales que
tienen aquí sede, y bordea el Jardín Botánico antes de internarse por campos
cultivados con esmero. Durante unos 100 Km . se lleva a la derecha el lago y los
Alpes franceses, destacando, por altura y blancura, el imponente Mont Blanc,
bien visible durante gran parte del primer tramo del recorrido. Los amantes del
ciclismo podemos casi situar, en cumbres más próximas, al mítico Morzine, de
cuando el ciclismo era mítico.
Tras altos y frondosos árboles se divisan grandes mansiones
afincadas al borde del lago. Los propietarios disfrutan del maravilloso lugar y
del trato fiscal otorgado por Suiza. Fortunas antiguas, como los Rothstchild,
pero también modernas -el dueño de IKEA, Michel Schumacher, y tantos otros-
tienen por esta zona su domicilio. También lo tuvo Fernando Alonso, en la
orilla de enfrente, hasta su fichaje por Ferrari, cuando lo cambió al cantón
del Ticino, más cerca de Maranello y similar trato fiscal; hace poco, me parece
haber leído que ha trasladado a España su domicilio. Pero los propietarios
lujosos que más abundan son árabes. Estos llegan a Ginebra, con preferencia en
julio, como las golondrinas, cuando es la época, llegan a los pueblos de
España. Comprobarán, supongo, el estado de sus cuentas, para después asaltar
con sus petrodólares las más exclusivas joyerías y relojerías de la Rue du Rhône, mientras
disfrutan de estas mansiones. Aunque, parece ser, según lo publicado en un
periódico local, que algunos prefieren la estancia en hoteles. A tal fin,
varios de superlujo, el President Wilson por ejemplo -situado en un moderno edificio contiguo al Palais Wilson
donde se constituyó la
Sociedad de Naciones, germen de la actual ONU- dispone de una
suite en el ático con generosas vistas al lago, varias habitaciones, amén de
espaciosos salones (no se olvide que estos señores suelen viajar con su harén)
por el módico precio de 70.000FS (unos 50.000 euros) por día. Mientras, otros
andamos preocupados por la crisis.
¡Vaya!, casi no he salido de Ginebra y de nuevo estoy
perdido. Continuaré con el viaje. Durante los primeros 60 Km el tren atraviesa
pueblos tranquilos y cuidados, Coppet, Nyon, Prangins, Rolle, Morges… con
agradables embarcaderos y majestuosos castillos. Desde la terraza panorámica
del recién restaurado castillo de Nyon se divisa gran parte del lago y las
ciudades balnearias francesas de la otra orilla, Thonon, Evian -famosa por sus
embotelladoras de agua- y sobre todo la medieval Yvoire, muy bien conservada y
con un muy visitado laberíntico jardín. En Nyon, como se sabe, tiene su sede la UEFA que rige desde allí el
fútbol europeo.
Pasado Morges, con su magnífico castillo al borde del lago y
sus fiestas estivales donde las embarcaciones lucen profusamente adornadas con
guirnaldas de flores, se llega a Lausana.
El elegante barrio de Ouchy se extiende, frente al
embarcadero, por una franja llana a la orilla del lago. Allí se levantan
elegantes hoteles; en una suite del más lujoso se alojó durante muchos años el
ilustre franquista reconvertido en demócrata y después presidente del C.O.I., Don Juan Antonio Samaranch. Muy cerca se
encuentra la sede de este Comité Olímpico, rodeada de jardines artísticamente
diseñados en terrazas, con cipreses y magnolios y valiosas esculturas que
recrean un auténtico museo al aire libre de unión entre el arte y el deporte.
El interior del edificio, construido semienterrado, alberga al Museo Olímpico,
además de oficinas, centro de convenciones y la consabida tienda.
El resto de Lausana se asienta sobre una ladera quebrada.
Destaca su catedral gótica, y la bella entrada con pinturas de la primera mitad
del siglo XIII. Trepando por la pendiente -más cómodamente se puede hacer el
trayecto en coche- se encuentra la
Fondation de l’Hermitage, rodeada de praderas y espesos
bosques con magníficas vistas sobre el lago y la ciudad, donde, además de
importantes colecciones permanentes, se exhiben interesantes exposiciones.
Disponiendo de tiempo, ganas de comer, y buena climatología se puede continuar
subiendo para degustar buenas viandas en la agradable terraza del restaurante
Le Chalet Suisse. Aunque los entendidos de morro fino y abultado bolsillo dicen
que donde mejor se come por esta zona es en el cercano pueblo de Crissier.
Alguno se preguntará por qué hablo de cosas que no puedo ver desde
la ventanilla al raudo paso del tren, y
cierto es que, ahora, solo las atisbo, pero me traen el recuerdo de visitas
anteriores a estos lugares.
El tren deja atrás Lausana internándose en la Corniche de Lavaux un
espectacular y pendiente viñedo cultivado en estrechos bancales. En esta época
del año, otoño, da la impresión de estar atravesando una larga y maravillosa
cascada, dorada y rojiza, de vides precipitándose sobre el lago.
Sorprende, y no lo he dicho hasta ahora, que gran parte de
la ladera izquierda en el sentido que ahora avanza el tren, desde Ginebra hasta
Visp, cerca de 200 K, está cubierta de viñedos, cuidados como auténticos
jardines, incluidos rosales (éstos, según los entendidos, además de
proporcionar belleza, son los mejores detectores de las plagas de la vid).
Suiza produce una elevada cantidad de vino, excelentes blancos y buenos tintos,
pero con la premura del viaje no es cuestión de ponerse ahora a comentarlos.
Atravesamos Vevey, donde desde hace siglos celebran unas
coloridas y famosas fiestas de la vendimia, además de tener radicada su sede la
multinacional Nestlé, y, durante años vivió, huyendo del macarthismo, Charles
Chaplin. Aquí murió, está enterrado, y su casa en la actualidad está convertida
en museo.
No lejos el tren se detiene en Montreux, ciudad de nobles
edificios, en la que tiene lugar un renombrado festival de jazz. De aquí parten
trenes panorámicos que coronan grandiosas montañas, como el que lleva hasta Rochers
de Naye donde se encuentra una nutrida colonia de marmotas, o el Golden Pass
que, enlazando con el Glacier Express, permite atravesar Suiza por los más idílicos
parajes. Sobre la orilla del lago se levanta una estatua de Fred Mercury: vivió
en esta ciudad sus últimos años, y sus cenizas fueron depositadas, según dicen,
en este lugar.
Al poco de salir de Montreux el tren atraviesa un pequeño
túnel que lame los cimientos del Castillo de Chillon.
Pero no voy a ser yo
quién describa este castillo. Después de Lord Byron, nadie puede hacerlo mejor,
así pues, aunque el tren siga su curso yo me tomo un descanso y doy la palabra
a este fulgurante autor del romanticismo que escribió “El prisionero de
Chillon” después de haber visitado el lugar.
Ulpiano Rodríguez
Calvo
domingo, 20 de enero de 2013
XINEIRU XELA L’AUGUA NU PUCHEIRU
Muninus, ya outru amiente, ¿cúmu va tou oh? You toi aiquí nu escanu aputseirau y’amurniau del tou. Tengu lus pías
xelaus cumu si lus tuviera al tsau de lus calambrizus que tien el teitu
l’horreu. Miánicas hai nueites que nun m’entran en calore hasta pu la mañena
cuandu risca’l día. Cunteitse-lu a la Rulindes
ya dixu-me la cundenada detsa que esu yera purque voi viechu ya que la sangre ya nun tien rixu
nenguno. You sei que lu diz cun ritranca
la demoniu detsa, purque esta rapazaca ía una tsangurdia ya tien muita picardia,
peru tien razón abondo. Falu-tse you a
minudu, cuando me diz esu, que si me deixara arrimatse-lus a lus detsa , siguru
que me calentaban escapau. Peru etsa riise, ya dime quel rumediu ta en puné-tses
calcetus de tsana a lus pias, anantias
de mité-se nu camastru a durmire; u tsevar pa la cama la bolsa l'augua
calente. Tamién me dixu que agora faen unus cacharrus que tses chaman
“mariditus”, que solu cun tiné-lus enchufaus a la curriente cincu menutus ponen-se
al roxu vivu ya mantienense calientes casi
toda la nueite. Tindrei que echar unu, onde Legazpi u Casa el Médicu, cuandu baxe cun tiempu a la Vitsa.
Nestus días cumu ta chuviendu tantu nun faigu nada fora nus
praus. Apenas salgu de la corte ya del parreiru. Menus mal que a cada poucu subu
pa la cucina ya metu lus pías nu fornu un ratucu ya poninse-me calentinus muitu
bien, peru al ratadín ya tan outra vez cumu si lus tuviera mitius dientru duna petsa
nieve. Ya esu que pongu carpinus. La nuesa casa ía muitu fría ya hai muita
humedá, purque pasa el rigueiru pul mediu del curral ya cumu baixa tanta augua,
que nun tse cueche al tubo pur dientru, va toda pur fora. Ta aquetsu nun mar
d’augua ya tsenu de tsueza. Pa chapinar
pul curral dun tsau pa loutru tengu que puner las kachuskas de goma purque las
madreñas tápamelas l’augua yal tsamazu.
Na mia casa tuvía anda arrrastru el turrón pul caxón de la
mesa la cucina. Lus subrinacus nun lu quieren, ya nos tamus fartus del. Ya diz mia mai que
pal anu que vien nun va cumprar nenguno. Al fenal, este que queda, fairemus-lu
faraguchas pa las pitas. You gusta-me abondu, peru si comu muitu espués
tengu ardor d’estógamo. Agora gustar, gusta-me muitu; subre tou, el
d’almendra yal blandu. Tamién tses cincu bien el canil a las piladichas, a las
uvas pasas ya lus figus pasus. Mia mai diz que soi un tsambiunzón.
El outru día, el xueves 17 de xineiru, foi San Antón. Ya nos
celebramos-lu muitu aiquí nu pueblu, purque tous lus anus bien Don Severino, el cura, a decí-nus misa aiquí
na capilla nuesa, la de San Antón ya San Roque que ta ricién teitada, ya de
pasu bendeci-nus las cortes ya lus
anemales. You este anu tsevei-tse a la prucesión una gurinina piquena que tengu muitu guapa.
Criou-la mia mai a la manu, que ía muitu facindiega cuna mamona, purque la
gocha anuxou-la na más parí-la. La probe nun murriu de milagru. De toda la
camada esta gurinina yera la más ruinina ya la única que saliu peza, peru agora
ta alietsa ya gurdina que da gustu amerar pa etsa. Pega unus trotes pu la
corte, ya da unus curcobus dacó p’acutsó pul curral cumu si fora una corza. Nun
ía d’estrañar purque tsapa tous lus días una canada de tseite recién mucida,
cumu pa nun medrar. L’outru día subiu pu las escaleras itrás mía pa la cucina
ya tou, peru mía mai sacou-nus a lus dous pa fora cunu bascachu a xamascazu
tsimpiu. Dixu etsa: lu que faltaba pur agüechar nesta puta casa, que tamién
subieran lus gochus de la corte pa la cucina. Non, cuntigu ya cunu pudricu de
tou pai ya tengu de sobra munín. You catsei la bouca, peru cuandu etsa te nu
mulín, vuelvu a subí-la. Esta gurinina cuandu tien fame vei trás mía cumu si
fora una perrina. Voi chamá-tse Clutilde. Paré-me que ya m’entiende ya tou,
cuandu la tsamu. Lu pior ía que voi tiner que datse-la a Rulindes purque ta
engulismada la rapazaca cun etsa, que dios nus tsibre. Cueche-la nu rigazu ya
datse beisus, hasta nu fucicu ya esu que tienlu tou muchau ya chenu de babachas, peru a etsa datse lu mesmu. Las mucheres
son el demoniu, cumu se tses meta algu na testa nun hai quien tses cuntradiga. Si
nun hai outru rumediu tindrei que datse-la, purque etsa fai-me a mi muitus
favores ya saca-me de pelancus muitas veces.
Falandu de tou un
poucu: Diz el refrán que pur San
Antón un horón, ya ía virdá; nota-se muitu la tsuz pu las tardes ya veisi que tan medrandu lus días poucu a poucu. Dientru de poucas simanas tamus ya nel Antroiru ya toca-nus esbichar la cabezada ya lus uñus del gochu.
Lus nuesus tan ya curaus del fumu la tsariega ya sequinus de la xelada, cumu pa
echá-lus al pote cunas patacas ya las berzas mañena mesmu.
“Jesusín”, el pelgar
jueves, 17 de enero de 2013
Dos monjas.
El monasterio, fue allá por el Siglo XIV, estaba en una
montaña a unos 1700 metros y pico de altura. El monasterio estaba dedicado a
Santa Ceferina, como podéis imaginaros la vida en aquel monasterio era
prácticamente imposible durante la temporada invernal.
Así que las monjas tenían en la base de la montaña otro
convento más chiquito al que llamaban la “Casa baja”. Y efectivamente bajaban
hacía noviembre y luego subían hacía mayo, para atender a los numerosos
peregrinos que iban a visitar a Santa
Ceferina.
En la casa baja tenían una huerta grande que las proveía de
los alimentos que necesitaban. Y vivían felices. Hasta que, un día surgió el
típico pleito agrario. Un señor río arriba les desviaba el agua que necesitaban
para regar su huerta. El pleito era imprescindible, se decidió que dos monjas
fueran a la villa más próxima donde había un regidor, para solicitar justicia,
la villa estaba como a 15 km a pie, a través de un tupido bosque de pinos,
robles y encinas. A más de un precioso trozo de abedules blancos.
Cuando les faltaban unos dos kilómetros para llegar al
convento de regreso Sor Benita advirtió a Sor Lógica que atrás, en la lejanía
venía un hombre con toda la pinta de querer darles alcance.
- - Sor Benita: Yo creo que ese hombre nos persigue
a nosotras. Mala pinta.
- - Sor Lógica: Lógico, esto está lleno de
bandoleros.
- - S. B: me temo que nos alcance.
- - S. L: Lógico, un hombre corre más que una monja.
- - S. B: Pues una de las dos será la víctima.
- - S. L: Lógico, así que a no ser que nos separemos
y una de las dos se salva.
- - S. B: Oye, pues hay cerca el camino Split, y una
se puede ir por la derecha y la otra por la izquierda, ya que los dos caminos
conducen igualmente al convento.
- - S. L: Lógico, y a ver quien llega antes al
convento para pedir ayuda.
- - S. B: Mira, ahí está la bifurcación, yo voy a la
derecha y tú a la izquierda. La distancia al monasterio es la misma. Unos dos
kilómetros, la que llegue antes que dé el aviso.
- - S. L: Lógico, a ver si así nos libramos las dos.
- - S. B: Oye que el hombre ya está más cerca.
- - S. L: Lógico, es un lobo hambriento de mujeres.
La primera en llegar al convento fue Sor Benita, se dio la
voz de alarma y salieron todas las monjas con palos y antorchas y dos criados
que tenían para cultivar la huerta y varios perros que ladraban furiosos todos llegaban gritando, ladrando, haciendo
ruido por el camino de Sor Lógica, cuando a un kilómetro y pico la vieron venir
corriendo despavorida. Doscientos metros
detrás venía el bandido, que ante tanto alboroto huyó por un lateral del bosque
hacía dentro. Así se salvó Sor Lógica.
La madre superiora quiso enterarse de cómo habían
transcurrido las cosas.
- - Superiora: Y ¿Cómo ocurrió?
- - Sor Lógica: Pues lo lógico, que el hombre me
alcanzó. Y… pues lo lógico, forcejeamos un rato.
- - Sup: Y…
- - S. L: Venció el.
- - Superiora y demás monjas muertas de curiosidad:
¿Y qué?
- - S. L: Pues lo lógico, que él empezó a bajarse
los calzones hasta los tobillos.
- - Sup. y monjas: ¿Y tú?
- - S. L: Pues lo lógico, empecé a arremangarme el
hábito hasta la cintura.
- - Todas: ¿¿¿¡¡ Y LUEGO???!!!!
- - S. L: Pues ocurrió lo lógico, que un hombre con
los pantalones en los tobillos corre menos que una monja con el hábito en la
cintura. De modo que por esta vez tuve buena suerte.
PS: El próximo artículo será sobre un tema no apto para
menores o, al menos para menores mentales. Tengo que aclararos alguna cosa que
en mis tiempos con vosotros no tuve valor para dejar en claro. No hubo cómo
alguien insinúa la palabra “trola” era simplemente, que en cada momento se
puede decir, lo que se puede decir y a veces, cobardemente se calla lo que se
debe decir. Lo siento por los que se escandalizan fácilmente.
Pepe
Morán. Dominico – ex.
Nota del editor.
Me dice el autor del artículo que apostille lo siguiente: Un buen día sus alumnos le llevaron a clase un
folio escrito en inglés para que se lo
tradujese al español, cosa que él hizo muy gustosamente y de ahí salió el pie para
este artículo: “Dos monjas”. Pero se dio el caso que el profesor Pepe iba traduciendo sin problema alguno, pero cuando se
topó con el verbo split, no tuvo otro remedio que solicitar la disculpa de los alumnos y pedir la ayuda de un diccionario, pues ignoraba por
completo su significado. Una vez consultado el Collins, entre las varias acepciones que éste ofrecía, no había duda que tratándose de un camino, la que le venía como anillo al dedo era : bifurcado. Seguro que nunca más se le olvidará.
miércoles, 16 de enero de 2013
EL FRAILE MISTERIOSO
En esta ocasión nuestro dominico misterioso nace un 31 de
julio de 1.905, hijo de Francisco Pérez López y de Carlota Muñiz Llorian. Sus
primeros estudios fueron realizados en su localidad natal. Posteriormente ingresó en
Corias, donde estudió Humanidades. En 1928 se ordenó sacerdote. Estudió
Teología y Filosofía en Salamanca. Siendo posteriormente profesor de estas
materias en Corias, Salamanca y Roma. De regreso a España fue detenido y puesto
en libertad en 1.939, en 1.946 viaja a Roma como profesor de doctrina
dogmática, dedicando toda su vida a la enseñanza. Colaboró en distintas
revistas y publicó varios libros. En 1.959 regresó España, ya enfermo, falleció
en Madrid el 26 de marzo de 1.960.
¿DE QUÉ DOMINICO HABLAMOS?
Miguel Ángel Vázquez
domingo, 13 de enero de 2013
CANGUELO A LA ESCRITURA
Continuando con el tema de las asignaturas pendientes que,
según Pepe Morán, aún arrastramos la
mayoría de los que estudiamos allá por los años sesenta del siglo pasado, como
son el miedo a escribir y a hablar en público, parece que fueron unas imperfecciones muy comunes entre la gente de nuestra quinta. Y
yo creo que lo mismo daba que los enseñantes fueran religiosos, que seglares. La culpa supongo que sería
compartida. Por un lado el sistema educativo de entonces que daba por hecho que estas aptitudes se le suponían innatas
al alumno y por lo tanto no era necesario hacer hincapié para despertárselas; y por el otro
lado los profesores, que no advertían esta
insuficiencia en los alumnos. De todos modos, aún se está a tiempo de subsanar
esta “peguilla”. Solo es ponerse.
La juventud actual, ese pánico a escribir como tenemos
nosotros, da la impresión que no lo
tiene, dado que su principal y continuo medio de comunicación, entre ellos, son
los mensajes de texto proporcionados por sus
inseparables y sofisticados “smartphones”.
Ahora bien, me da la impresión, por los
que yo veo, que para confeccionar estos mensajes no hace falta estrujarse mucho
la cabeza, pues en general estos textos suelen ser frases puramente lacónicas donde la mayoría de las sílabas han sido sustituidas
por símbolos, tanto alfabéticos como numéricos, e incluso algebraicos. La forma de
escribir da igual que sea correcta u horrorosa. El caso es la brevedad y que el
interlocutor los interprete. Y tendrán razón. No digo que no. Ahora bien, lo
que es escribir una serie de folios expresando
algo coherente y con sentido, me parece que, salvo las excepciones de rigor, como
las que también había en nuestro tiempo, el resto siguen teniendo las mismas
carencias, o mayores, que nosotros.
Ahora lo que “mola” entre la juventud y entre algunos que ya
no son tan jóvenes, son las consignas, sí sí, las consignas o
palabras de ciertas tribus: “qué fuerte”, “nos vemos”, “para nada”, “chao”, "vale"…etc. "Vale" la esculpamos porque con esta palabra termina El Quijote, utilizando su significado en latín de adiós. Es decir: Las palabras que se ponen de
moda. Hasta no hace mucho, la mayoría de
los quinceañeros para contestar a cualquier
pregunta que se les hiciese no sabían responder otra frase que no fuera:
“para nada”; daba igual que tuviera sentido
o no. Afortunadamente, esa frase parece que ya está fuera de combate. En general, la
mayoría de estas consignas de modernidad suelen ser efímeras del todo. Menos
mal. La más puntera de estos momentos, si quieres ser moderno, es: cuando te
dicen adiós, contestar “chao”. El caso es que, en todo el territorio nacional,
excepto en las mal llamadas comunidades históricas, a la hora de despedirse
siempre se ha dicho “adiós, hasta luego”; pues bien, ahora si quieres ser
moderno y demostrar que estás en la
onda, cuando te despide alguien debes contestar: ”chao”; adiós, no vale. Eso es
una contestación de carcamales. Y no pienses que te lo dicen porque tu interlocutor
es italiano o argentino, no, no. Puede
ser de Los Santos de Maimona o de Rodrigatos de la Obispalía; da lo mismo. A mí lo que más me sorprende de
estos esnobismos es la capacidad de algunas personas, ya con un montón de años
encima, qué bien se acoplan a la jerga de los jóvenes. A mí, si digo la verdad,
me parecen ridículas estas modas; pero lo mismo piensan los que las practican, que hablando como lo hacen los adolescentes, se pueden volver como ellos. Igual.
A propósito de las palabras o frases hechas, pero no de moda,
sino todo lo contrario. Voy a decir una cosa.
Llevo años escuchando a muchas personas, y algunas bien instruidas, que
responden inadecuadamente cuando alguien les dice: Bienvenidos, porque no saben
el verdadero sentido de la frase. Este dicho se utiliza como fórmula de
cortesía cuando alguien llega a una ciudad o a una casa por primera vez y se le dice: Bienvenido
fulanito o fulanita. La mayoría responden: muchas gracias. Y está bien dicho.
Pero lo más correcto sería, además de dar las gracias, añadir: Bien hallado, si
te lo dice un hombre y bien hallada, si es una mujer. Pero aquí viene el
intríngulis de la cuestión, que la mayoría no lo diferencian. El bienvenido eres tú y el bien
hallado o hallada es la persona que te lo dice, no tú mismo. Todavía estos días
he visto y oído en TV cómo una presentadora le dice a un joven: ”fulanito, Bienvenido”, y este pollo le responde: Bien
hallado. ¡No señor!; es Bien hallada. El Bien
hallado no eres tú, sino la persona que tienes en frente, que te ha dicho Bienvenido y tú le respondes que la encuentras bien.
Yo siempre tuve muy clara esta fórmula de cortesía porque me la inculcó y explicó muy bien mi madre
siendo niño, pero observo que hay muchísimos, de mi edad y mayores, que aún no lo tienen nada
claro. Por si hubiera algún lector del Blog que todavía tuviera dudas (cosa rara) sobre ella, ésto, es lo que dice fundéu BBVA al
respecto:
“Bien hallado”
Dependiendo de a quién
se dirija la persona que pronuncie esta expresión, se escribirá en masculino o
femenino.
Si un hombre saluda a
una mujer con la expresión «Bienvenida», esta le tiene que responder: «Bien
hallado», en masculino pues la mujer se está dirigiendo a un hombre.
Si la persona que le
da la bienvenida fuera otra mujer, lo adecuado sería usar el femenino: «Bien
hallada». Si fuesen varias mujeres, también el femenino, esta vez en plural:
«Bien halladas». Y si fueran varios hombres o una mezcla de hombres y mujeres,
el masculino plural: «Bien hallados».
Y si una mujer le dice
a un hombre: «Bienvenido» este tendría que contestar: «Bien hallada» ya que el
hombre se dirige a una mujer.
Por hoy nada más, “chao”, bambinos.
B. G. G. bloguero "Prior"
sábado, 12 de enero de 2013
LAS DIEZ Y VEINTE
En
este peculiar relato (que lo es y no lo es), el autor practica el minoritario y
saludable deporte mental de reirse de sí mismo.
Fue publicado en el libro "ANTOLOGÍA, 2010
(Taller de la Poesía y del Relato)" un año después por la Editora
Regional, AEEX (Asociación de Escritores Extremeños) y AUPEX (Asociación de
Universidades Populares de Extremadura) conjuntamente.
De él el autor ha hecho tres versiones. La que
aparece publicada (que la escribió a prisa y corriendo en contra de su habitual
hacer, pues se la demandaban), otra con correcciones y modificaciones que
llegó tarde a la imprenta y no pudo ser recogida, y una tercera, con pinceladas
eróticas, que forma parte de otro proyecto editorial.
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Autor: jrFRANCOS
Era un tipo delgado. Alto. Con sombrero y
coleta. Sus numerosos hijos nunca le habían visto los ojos, pues pareciera que
naciese con gafas de sol. Siempre las tuvo ahí, como una máscara que ocultase
su a veces doble vida. Se llamaba Francisco, después venía un apellido vulgar
(un López, un Rodríguez, un Fernández…, no sé), un apellido de esos que abundan
tanto que no tienen escudo heráldico porque los canteros no daban abasto a
tallarlos, tal era la demanda… Y de segundo, ahí, sí, ahí nuestro personaje
sacaba pecho porque siendo estudiante en Madrid, cogió una vez la guía telefónica y comprobó que
entre los casi dos millones de nombres que venían en aquel mamotreto, sólo ocho
llevaban el suyo. Bueno, bien, vale, ¿y qué
apellido es ese? Pues nuestro tipo delgado, alto, con sombrero y coleta, y
gafas de sol a todas horas se llama, al completo, Francisco (López, Rodríguez,
Fernández…, no sé) Francés, de este último sí que estoy seguro, pues me contó que
procedía de la Francia medieval, quienes
en su peregrinar a Santiago algunos se habían establecido en su lugar de
nacencia. Ocurre, sin embargo, que atraído por unas carretas… ¿Unas carretas?...
No me interrumpas, hombre, por favor, ¿es
que nunca has oído eso de que “pueden más dos tetas que dos carretas”. Ah, ya,
comprendo. Pues decía, que atraído por una mujer se vino al Sur, donde sus
gentes, sedientas de letras, por años de
incultura, y faltos de dicción -comiéndose las finales consonánticas-, le llamaban Francé, no faltando nostálgicos que
en cuanto oían el “franc…” de Francés
entendían Franco, Caudillo, lo que le irritaba. Por eso él,
cuando le peguntaban por su nombre,
decía siempre: FRANCISCO ( en voz alta), bajando acto seguido el tono para
pronunciar, como avergonzado, el López,
el Rodríguez o el Fernández…, no sé, para levantarlo de nuevo y rematar
con el motivo de su orgullo: FRANCÉS, añadiendo esta coletilla: “terminado en ese, ¿eh?”.
Para
continuar con la presentación de nuestro protagonista, diremos que era un
bohemio venido a menos por la llamada de
la burguesía, lo que intentaba compensar en ocasiones con gestos antisistema. Ecologista convencido pero sin
cogérsela con papel de fumar. Tenía algo de aventurero y pequeñas aventuras
corría en su caminar por el filo de la navaja, abrazando en ocasiones el pecado
y la canalla “para ahuyentar los
´coruchxos´ de la vida”, según confesó en cierta ocasión a un amigo para que no
le entendiese; más claro estuvo cuando para justificar un lío en que se metió,
fruto de su modo de vida, tiró de filosofía sanchoniana: “quien no
apuesta un huevo, no tendrá un pollo”. Se le veían destellos de artista con la
cámara cuando estaba inspirado y desprendía un halo de intelectualidad que
cultivaba por temporadas -tanto es así que llevaba treinta años escribiendo un
libro, y solo quería escribir ése para ser como Margaret Mitchel, en la
historia con “Lo que el viento se llevó”, su única obra-, lo que sorprendía en un personaje un tanto primitivo por eso de
haberse criado en el campo, hecho, sin embargo, que no era óbice para
escucharle a veces interesantes
reflexiones. Un poco presumido, pelín chulo (rayano en el encantado de
conocerse a sí mismo), quijote y con muy poca cintura cuando le herían en su
fibra, contra lo que se revolvía con
refinadas venganzas de estilete acerado
y frialdad glaciar -semanas o meses después “para coger con la guardia baja al
imbécil”, decía- fruto de una mente compleja y muy imaginativa. Era, también, persona poco práctica, como buen Piscis que
era, lo que viene a corroborarlo
el hecho de que “fardaba” de haber conquistado a diez mujeres
(990 menos que Julio Iglesias), modesta fanfarronería
-comparada con la del cantante-
que casi puede
creerse, pues tenía
algo de encantador de serpientes, pero sólo se había acostado con dos (un 20% de efectividad,
en términos de rendimiento); dos quienes dijeron de él, la una, que a veces era
un buen amante, la otra, que a veces fallaba como una escopeta vieja. “Es que
yo soy como El Faraón de Camas”, se despachaba (en
referencia a Curro Romero que lo mismo salía una tarde a hombros por la puerta
grande, que bajo una lluvia de almohadillas). Persona poco práctica, dijimos, y
algo fantasiosa, lo que no aceptaba, tanto que el único gesto agresivo conocido
lo tuvo con su psiquiatra, con quien mantenía muy buen rollo, precisamente por
decirle eso. “No te ofendas, Paco, pero me recuerdas a Antoñita La Fantástica”.
¡Que no me ofenda…! ¡Plas!, y galeno y sillón por los suelos… Porque afirmaba que él lo que pensaba lo
terminaba haciendo en todo o en parte, en el acto o al cabo de los años (en
absoluto se sentía un fracasado: era un optimista crónico, de ahí tal vez su energía
y su edad indefinida) y para acallar bocas tiraba de historial: “Quise ser
torero y he toreado en cuatro ocasiones, poniendo una vez la plaza en pie. Me siento torero, con toro o sin él” y a fe
que algo de empaque tenía; “quise ser boxeador y entrené junto al campeón
mundial José Legrá, participé en un torneo amateur a nivel nacional y lo gané:
soy, pues, un medalla de oro; me gustaban los rallys, organicé carreras, participé
en ellas y luego publiqué sus crónicas en la revista Automovilismo; fundé y dirigí
una revista semestral durante tres años (3.500 ejemplares la tirada) y a cada
número que sacaba el alcalde se tomaba los valium de dos en dos; expongo, me pagan por exponer
y los medios de comunicación hablan de mí. …Mmmm…, qué más... Acaricio desde hace años la idea de fundar
una editorial para libros selectos, encuadernados con primor, que se regalarán,
y verás cómo lo consigo. No me jodas, Alberto”, que así se llamaba el psiquiatra,
y dicho esto, ¡zas!, lo del tortazo (de lo que
mucho se arrepintió; ahí no estuvo a la altura del estilete acerado y
sibilino que caracterizaba sus contras).
Socio de
causas perdidas múltiples, como de Juventudes Musicales, cuyo último concierto congregó tan sólo a treinta personas, las de siempre, de una
Sociedad Protectora de Animales con cuarenta y pico socios, donde únicamente el
pico eran socios activos… o, para no cansar, de un Taller Literario cuyos
asistentes se contaban con los dedos de las manos. Como tenía un cierto marchamo de
indisciplina y rebeldía -fruto de un padre severo y del convento de frailes donde había estudiado, en
el cual algunos metían mano pederasta y casi todos soltaban hostias como abejas
una colmena- acudía sólo de vez en cuando. Y, oh, fatalidad, en una de las contadas ocasiones que asiste,
el profesor, un poeta a quien admiraba no por su poesía, que él nunca leía
poesía (decía haberse quedado anclado en su paisano Campoamor y su famosa
dolora “En este mundo traidor/nada es verdad ni mentira…”), sino porque
habiendo nacido en un pueblo donde dicen que sus habitantes son muy negociantes
y viviendo en otro donde los envidiosos
dicen que sólo hay agricultores, comerciantes y bodegueros, y trabajando en una
fábrica, va el tío y sale poeta. Eso sí que tenía mérito. Pues el poeta, que
impartía el curso, a quien a partir de aquel día dejó de admirar… ¿Y por qué?
Pues porque nuestro protagonista, que tenía una edad indefinida, no lo dijimos
antes, pero a quien siempre le echaban menos de los 65 que decía tener… ¿Y por
qué se echaba años cuando todo el mundo hace lo contrario? Pues por eso
precisamente, porque decía que en esta vida hay tener sello propio, ser distinto en algo o al menos
el primero en alguna cosa, lo que le llevaba, entre otras singularidades, a viajar siempre a
bordo de un “mini” pintado de blanco en su mitad izquierda y de negro la
derecha o de una Jawa CZ checa del 66,
que le daban un toque de distinción. “Son mi segunda y tercera joya de la corona”, se jactaba.
¡Segunda y tercera…! Entonces, la primera ¿cuál es? “La primera soy yo”,
contestaba sin inmutarse. …Vaya, ya
me he perdido, tú y tus interrupciones… Ah, ya, ya he recobrado el
hilo: Pues, como decía, dejó de admirar al poeta porque se llevó una desagradable sorpresa cuando
leyendo la solapa del último libro suyo
descubrió que tenía 64 años. ¡Sesenta
y cuatro tacos, y parecía un dandy de
cincuenta y no muchos! Eso le hirió en su vanidad y empezó a preguntarse: ¿Qué
comerá? ¿Qué beberá? ¿Y cómo hará el amor? Preguntas claves para una vida saludable
que él no había encontrado en el libro “¿Cómo llegar a los 105 años en forma”,
escrito por dos americanos. Y también le hirió, y aquí encaja lo de “oh,
fatalidad”, qué digo hirió, le jod… y lo que sigue, que les mandase deberes.
Nada menos que escribir un recuerdo de su vida. Él, que en su juventud quiso
ser escritor y nada menos que de “bet-sellers”, lo que con el tiempo cambió por
la fotoliteratura (una fusión entre fotografía y literatura, decía), y que no sentía miedo escénico ante un folio en blanco, y pese a que publicaba cuanto escribía -cuando tenía
ganas de escribir- en publicaciones locales y comarcales, pero que últimamente
no firmaba nada por la sencilla razón de
que su voluntad iba queda y la mente
estaba espesa para literaturas, ahora había que ponerse a hacer los deberes del poeta. “¡Me cago en la
poesía y en los poetas!”, masculló. “¡Manda caireles!...”, se contuvo, porque
lo que le apetecía era soltar una sonora ´”trillada” (el “mandagüevos” de Federico Trillo en el Congreso, micrófono traicionero
abierto).
Era viernes, noche. Miró el reloj. Faltaban
55 minutos para las 10 y 20. Abrió el
ordenador y empezó a teclear, al tiempo que se dijo: “Hasta donde llegue,
llegué”.
Mi
memoria, que como las películas que han sido proyectadas muchas veces está un
poco desgastada, no recuerda esto que os voy a contar pero por la sencilla
razón que cuando sucedió yo era sólo el inicio de un proyecto de vida. Lo que
voy a contaros me lo han contado; es, pues, la memoria de la memoria. Por
seguir con el cine, antes aludido, esto podría decirse que es el cine dentro
del cine.
Resulta
que nací, me dijeron, un 15 de marzo en una aldea perdida de Asturias,
entroncando así con el título de una celebrada novela de Armando Palacio Valdés
titulada precisamente “La aldea
perdida”. Perdida y carente de todo, pues por no tener no tenía ni nombre; le
decían, simplemente, El Pueblo. De
habitantes, para qué hablar: eran sólo doce, la mitad ancianos desdentados y
cojitrancos, de modo que cuando se moría alguno el índice de mortalidad era
del 8,33%, el triple que el de España;
lo mismo pasaba cuando una mujer bien paría: la natalidad subía un 8,33%, tres
veces más que en el resto de España.
Decía que El
Pueblo era remoto y estaba como perdido
porque se hallaba entre montañas, a media hora de la carretera y a hora
y media de la villa donde estaba en Ayuntamiento. No es de extrañar que algunos,
en su pasotismo impuesto a punta de aislamiento, creyesen aún que Alfonso XIII
era el mandamás de España, haciendo así
un fundido en negro sobre Primo de Rivera, Azaña y el Generalísimo de “unagrandeylibre”
a quien adeptos y arribistas llamaban igualmente el Caudillo. También que
estaba huérfano de todo, pues además de no
tener nombre propio
sólo había un aparato de radio en Casa del Viejo, que
nadie más que él
escuchaba pues decían
que tenía una enfermedad
contagiosa y se le rehuía, una
bicicleta propiedad de
mi padre y… y nada más; bueno había muchos medios para
desplazarse, eso sí, medios que montaban en sus cuatro apoyos cubiertas Michelín
en forma de herradura que hacía Emilio el Ferreiro. O sea, mulos y caballos,
nada de automoción. Tal vez por todo eso mi fecha de nacimiento oficial es el 5
de abril, que es cuando no sé si mi padre o un vecino necesitó algo que aquella
economía autárquica no podía generar (tal vez un saco de azúcar, que eran de 50
kilos, un pellejo de vino, que era de 50 litros: en el Pueblo las cosas se
compraban a lo grande, para no tener que ir a la villa más que dos o tres veces
al año) y después de la compra se acercó a Juzgado a inscribirme; así, pues, mi
fecha de nacimiento en el DNI es el 5 de abril, o sea, 20 días después de haber
nacido. Más aún, para que os asombréis de mi singularidad: cuando ya tenía
fijada fecha de boda tuve que aplazarla, no porque tuviese dudas de si quería
casarme con la mujer que me quería casar, ¡no!, si estaba deseando llevármela
al huerto por un tiempo (entonces no existía barra libre en esto del sexo, como ahora),
tiempo del que aún hoy me maravillo, pues siendo como soy una persona a quien le gusta
la novedad y el cambio (fijaros hasta donde que cambié, porque despedí al jefe,
seis veces de trabajo: peón de albañil, minero, obrero de una fábrica, ladronzuelo
de chatarra, oficinista y jardinero de una viuda rica), se ha alargado por
espacio de 40 años, seis hijos, un piso, un chozo aristocrático en el campo,
cinco coches, una moto, trece pares de zapatos, dos “idas a por tabaco” de siete y once días, no sé cuántas infidelidades de pura fantasía,
cuatrocientas ochenta “idas de putas” a razón matemática de una por mes con
puntualidad británica y fervor cristiano de quien va todos los domingos a misa (pero esas no son infidelidades, ¿eh?), casi
docena y media de viagras, ciento cuarenta y siete onanismos, tres borracheras y
seis abrazos con beso incluido del banquero Emilio Botín que restallaron en el
aire con eco de sanguijuela: préstamo CONCEDIDO, IDO, ido,ido,… Bien, concreta,
¿por qué has tenido que aplazar la fecha de la boda? Pues sencillamente porque
en el Juzgado figuraba como hijo de Rosa, ¡mi abuela! Menudo papeleo hasta que se demostró que no era hijo de Rosa, porque Rosa
era mi abuela, que de quien era hijo es de María, que me había parido no sin
esfuerzo, pues di cuatro kilos en romana de pesar patatas al nacer en casa, con la asistencia de una vecina entendida.
Cuatro kilos que Queipón, un tratante de
ganados que pasaba por allí, tradujo en literatura con su peculiar bable: “Ye
un nenu cujunudu”.
Nuestro personaje miró el reloj. Eran las 10 y
19 minutos. Hasta aquí hemos llegado, se dijo. Apagó el “invento del maligno” como él
llamaba al ordenador, en frase tomada de un crítico de televisión y encendió la
misma. Buscó “TeleIbarra”, como le decía a la oficialista TeleExtremadura y se
puso a ver la película que proyectaban a las 10 y 20. En el aire sonaron los
primeros compases de la banda sonora al tiempo que en la pantalla aparecieron
las letras “WARNER BROTHERS presenta…” En la de su ordenador, nuestro
protagonista dejó escrita esta última y silenciosa palabra: Continuará.
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