lunes, 28 de abril de 2014
A LOS POSTRES, BATALLITAS
INTRODUCCIÓN.
Esta foto que ilustra
la entrada la había hecho sin premeditación ni interés especial alguno al llegar al
Parador, pero resulta que ahora me ha venido que ni al pintar pues, no
puede ser más oportuna para ilustrar lo que a continuación os presento. Como
todos sabemos por las crónicas de Alfredo y mía, a los postres de la comida del sábado, el “Prior”
abusando del relax y buen ambiente
reinante en la mesa , se excedió un tanto y dio la “vara” todo lo que quiso y más, relatando anécdotas
de la excursiones de aquellos años al
Acebo. Pero se da la circunstancia que los dos protagonistas principales son
Carmelo y Miyares. Así pues, paso a
copiar directamente el texto del “discurso” (tostón) tal y como fue leído.
Espero que lo soportéis con resignación cristiana pues, algunas cosas una vez que se les saca de su contexto ya tienen menos
gracia. Pero bueno, vosotros sois gente
sufrida, disciplinada y educada en la austeridad y estoy seguro que no protestaréis
demasiado. Mi idea no era de reproducirlas aquí de nuevo, ni mucho menos; pero muchos amigos me han sugerido e insistido en que lo haga
y, en atención a ellos y a los que no han podido asistir al acontecimiento, lo
hago con mucho gusto. Espero que os guste
y, si no fuera así, sed tolerantes y no os echéis como fieras sobre las
gorjas del “Prior” ¡Pobre hombre!
***
EL ACEBO, 26 DE ABRIL DE 2014.
Amigos todos. Aprovecho estos plácidos momentos de la sobremesa para leeros
algo que he preparado para esta ocasión que bien se lo merece, ya que nos encontramos todos pletóricos de
volver a vernos y reunirnos aquí en este emblemático lugar, gracias a la dedicación
y empeño que puso Samuel para que esto llegara
a buen puerto y pudiéramos compartir todos, como estamos haciendo, mesa, amistad, compañerismo y entrañables recuerdos junto a nuestro “Imán”
Carmelo y todo este nutrido y selecto
grupo de antiguos alumnos y amigos de
Corias. A la vista está que algunos de nosotros hemos acudido a la cita con las compañeras de fatigas, otros solos, debido
a las ineludibles responsabilidades familiares, y en el caso del amigo Ángel Rodríguez Julián,
que por desgracia ya es difunto, en su representación
tenemos a Olga, su esposa, que ya es un miembro más del grupo y muy querida por todos
nosotros.
Una vez dicho este breve preámbulo, debo aclarar que Samuel se habrá sorprendido un tanto al verme aquí
con estos folios en la mano y habrá
pensado: ¿A qué viene esto? ¡Si al Prior no le tocaba hacer discurso ninguno! ¡Si
yo le había asignado solamente hacer de reportero gráfico y de cronista! Y eso
es cierto. Pero me he tomado esta pequeña libertad pensando en que, como por falta
de tiempo no va a ser, seguro que cuantos más recuerdos afloren en esta sobremesa,
más reavivaremos aquellos años de Corias, y es casi seguro que con ello estaremos contribuyendo
a que nos entren más ganas de repetir
actos como el de hoy, mucho más a
menudo.
Si digo la verdad, en el reparto de funciones que Samuel
había asignado en primer lugar a dedo, pero de forma muy certera entre algunos
de nosotros, a mí me había correspondido cubrir la noticia del evento haciendo
de reportero Tribulete, cargo que yo asumo con mucho gusto a pesar de mis
limitaciones para tal oficio, pero una vez ya metidos en harina, también he
pensado que este humilde bloguero podría
perfectamente recordar durante la
sobremesa, beneficiándose del relax de esta hora y que ya estamos todos contentos y animados,
única forma de poder soportarlo, alguna pequeña anécdota de las muchas que se
producían durante aquellas excursiones que hacíamos desde Corias al Acebo
en fin de semana, hace ahora la friolera de casi 50 años.
Pues bien, vamos a ello. Como todos sabemos en los
primeros años del internado de Corias, por lo menos desde el año 1959 hasta el 1966,
en el que yo finalicé, eran frecuentes los fines de semana en los que nos solíamos desplazar
desde el Convento hasta el Acebo determinados grupos de alumnos internos
principalmente, entre 5 y 10 como mucho, debiendo programarnos con la antelación
debida para no coincidir aquí arriba más de un grupo cada vez. Hay que tener en
cuenta que aquellas salidas eran para nosotros como un pequeño premio o
incentivo que recibíamos por parte de los frailes, en compensación al esfuerzo diario que realizábamos para
poder sacar adelante nuestros estudios, durante
aquellas largas e interminables semanas,
recargadas de excesiva austeridad y de férrea disciplina.
Ahora bien, aquellas excursiones las llevábamos a cabo merced
a la buena sintonía que existía entre los frailes de Corias y don Herminio el cura
párroco del Acebo, el cual nos facilitaba el alojamiento poniendo a nuestra
disposición tanto la Casa Rectoral como todas sus instalaciones y pertenencias para que
pudiéramos dormir y cocinar bajo techo durante aquellas pequeñas escapadas en fines
de semana.
Normalmente, solíamos subir los sábados por la mañana y
regresábamos los domingos por la tarde. Aunque, ocasionalmente, teníamos también
la suerte de poder subir algún viernes que otro a última hora, una vez
finalizadas las clases, pero eran los menos. La mayoría de las veces estas
excursiones las hacíamos acompañados de
un fraile dominico y en ocasiones, siendo ya mayores, también solos. Recuerdo el haberlas hecho en más de
una ocasión con el aquí presente, admirado
Padre Carmelo entonces, lo mismo que hemos
hecho hoy, pero esta vez con la salvedad que hemos perdido al padre y solo conservamos
al gran Carmelo como tal. Pero debo decir que esa pérdida, de simple paternidad
putativa, para nosotros no ha repercutido más que en el cambio de tratamiento que
hemos de utilizar para dirigirnos a él pues, nuestra admiración y agradecimiento hacia su persona, se mantienen intactos lo mismo que antes, por
no decir aumentados, si cabe.
Otra gran diferencia entre aquellas excursiones pedestres y
la de hoy, es que entonces subíamos a pinrel y hoy lo hemos hecho comodonamente todos en robustos coches.
Para aquellas estancias de fin de semana, fuera del
internado, las viandas las subíamos siempre del convento y consistían principalmente
en alimentos básicos naturales y ligeros,
pero a la vez calóricos y nutritivos, como:
pan, fruta, conservas de pescado y frutos secos, principalmente. Rara era la
ocasión en la que hiciera acto de presencia el chorizo o el salchichón dentro del
cupo. De todas formas, algunas veces, no muchas, también se nos daban patatas y contados huevos. Según fuese la
generosidad del bodeguero que nos reponía el macuto al salir en la bodega del
convento, así iba de cargada y de abultaba la mochila; pero en general, no teníamos queja.
La casa del señor cura disponía de cocina de carbón que la
prendíamos nada más llegar y allí era donde nos secábamos la ropa de las
mojaduras que cogíamos cuando había nieve y el Padre Carmelo nos preparaba algo de comida caliente pues, carbón no había en
la casa pero buena leña sí, y abundante
también. Por las noches una vez cenados, como estábamos rendidos de la caminata
que nos dábamos desde Corias al Acebo y de subir con la mochila cargada con los
víveres, la sobremesa de la cena la solíamos hacer ya acostados en la “suite”, que estaba en la planta de arriba y
consistía en un cuarto amplio,
prácticamente diáfano, con dos o tres colchones
juntos tirados en el suelo y sobre ellos dormíamos todos pareados a modo de sardinas en lata, pero lo hacíamos con
sumo gusto ya que dormíamos como troncos y a pierna suelta durante toda la
noche, gracias al calor que nos proporcionábamos unos a otros por la proximidad
de estar juntos, pero no revueltos, y el de algunas mantas que había en la casa, las cuales estoy seguro que deberían
ser hidrófobas porque no habrían visto el agua desde su fabricación en los
telares del Val de San Lorenzo en León.
Pero eso no suponía problema alguno. Al contrario, así como pesaban más, también abrigaban mucho más.
Como la luz eléctrica brillaba por su ausencia, nos teníamos que servir de velas y al subir a dormir manteníamos en el cuarto al
menos un punto de luz mientras nos
acomodábamos en el bajo lecho que, tan bajo era, que coincidía con el
suelo. La verdad sea dicha que, en la
toalet nocturna, desvestirnos y ponernos el pijama empleábamos muy poco tiempo
ya que nos echábamos al colchón prácticamente vestidos, tal como estábamos; tan solo nos descalzábamos las Chirucas. De
todos modos, entre una cosa y otra pasaba un tiempo que a veces se nos hacía
bastante largo. Una vez que estábamos todos
acomodados tan a gusto bajo aquellos
cobertores, rígidos y ásperos como
tablas sin cepillar, el último en meterse al nido era el que apagaba la luz y, a partir de ese momento era cuando iniciábamos
a oscuras una amena charla entre todos para preparar el plan para el día
siguiente, hasta que transcurridos unos minutos íbamos dejando de hablar y cayendo
rendidos uno tras otro en los brazos de
Morfeo.
Normalmente, en estas excursiones que hacíamos por el monte con caminos que tenían pronunciadas cuestas, nos solíamos
ayudar para caminar mejor de un bastón o
garrote, el cual al llegar a la casa lo dejábamos en la entrada, salvo el amigo Miyares que no lo perdía de vista en
todo momento. Tal era su celo y apego para
con el cayao que no se separaba de él ni para dormir. Recuerdo una noche que
nada más apagar la vela, estábamos todos muy cansados y al momento comenzamos a
caer rendidos uno tras otro. Pero de buenas a primeras a alguien se le escapó
algo que produjo ruidos extraños de dudosa procedencia y comenzaron las risas. Entonces Carmelo mandó
guardar
silencio pero los parlanchines de turno no cesaban de reírse y de darle a la lengua, con lo que se inició
algo de alboroto. En ese mismo momento, a pesar de estar a oscuras, notamos que
un bastón se blandía en el aire amenazante y que comenzaba a soltar alguna caricia que
otra repartida por los lomos de los yacentes.
En un principio lo tomamos todos a broma y como nos hacía
gracia casi le retábamos al que repartía
estopa para que lo hiciera con más frecuencia y con más brío. Previamente, nos protegíamos bien la cabeza con los brazos y metidos bajo las
mantas aguardábamos a que comenzara la lluvia de palos de ciego. Entre risa va
y risa viene, aquello fue en aumento, pero en una de éstas, ¡ay amigo!, como el
repartidor no era zurdo para esas cosas, lo mismo que para otras muchas, le
cogió gusto al asunto y cada vez los varganazos que propinaba eran más
contundentes, más seguidos y más repartidos por toda la encamada.
Se armó tal
zapatiesta en aquella cama redonda que al
Padre Carmelo no le quedó otro remedio que mediar e intentar poner algo de orden. Para ello se reincorporó un poco con el fin de hacerse respetar y también
para que le oyésemos mejor, pero con tan mala suerte que el que sembraba los
garrotazos no calibró bien y el bastón fue a parar directamente a lo que más sobresalía en aquel
momento, que era la cabeza del padre Carmelo, haciéndole un chichón
considerable. Ante el incidente y las lamentaciones del reverendo, nos quedamos todos cortados y aquello fue
motivo suficiente como para que se aplacase la algarabía al instante y nos
durmiésemos todos un tanto asustados y abochornados por lo ocurrido.
A la mañana siguiente temprano, al incorporarnos de
dormir, nada más que se veía algo, gracias a la luz del día que penetraba por
la ventana, cada uno de nosotros no le perdía ojo a la cabeza del fraile, mirando
así de soslayo, disimuladamente, para
ver cómo tenía de grande el lobanillo provocado por la refriega de la noche. No recuerdo muy bien cómo sería el tamaño
residual del güevo pues, por la mañana con el frío que allí hacía, seguro que le
habría mermado bastante, pero reseñas del bastonazo sí que aún mantenía el paciente
y considerado Padre Carmelo.
En otra ocasión el amigo Miyares, ayudado por alguno de
los que hoy aquí nos encontramos, recuerdo que andábamos husmeando y rebuscando en la cuadra del caballo y de pronto en una esquina, vimos un bulto grande tapado con trapos viejos,
ramaje y tablas. Al descubrir aquello menuda sorpresa más agradable que nos
llevamos: ¡eran cajas repletas de botellas de Coca Cola sin abrir! Las cuales habían sobrado de las fiestas de septiembre
y D. Herminio las tenía en reserva para
el verano siguiente ya que era una pequeña fuente de ingresos que le servía de
ayuda para sufragar los gastos de mantenimiento de la iglesia y casa rectoral.
¡Buena se armó con el descubrimiento! Recuerdo que según llegábamos todos sofocados
de corretear por el monte, lo primero
que hacíamos era ir derechos a la cuadra y bebíamos de aquellos efervescentes refrescos sin orden ni control;
a lo tonto. Cuando ya nos encontrábamos ahítos,
que no nos cabía ni una gota más, todavía
Miyares solía decir: “yo voy a esperar un poco pues, en cuanto eche otro par de
“rutios” buenos, cábenme por lo menos otras dos”.
Aparte de las cajas de Coca Cola también hubo más descubrimientos pues, otro día encontramos varias docenas de
voladores y el amigo Miyares, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, ni a
Carmelo, comenzó la descarga pirotécnica por su cuenta que parecía que se estaba celebrando allí una boda de alto postín, a juzgar por los restallidos
y la humareda que se formó. Luego, como remate de actividades prohibidas, estaba también
el repique de campanas que era otro de los placeres del amigo Luis Sánchez
Miyares. Salvo el que hacía el domingo
por la mañana que era de forma más armoniosa y controlada, y con autorización
del tutor pues, estos toques servían de aviso a los parroquianos de los pueblos
cercanos para que supiesen que se iba a
celebrar misa en la iglesia en el plazo de una hora, aproximadamente.
Y ya para finalizar voy a rememorar otra vivencia muy
entrañable que hacíamos los sábados por la tarde cuando nos desplazábamos desde
aquí hasta el pueblo de Bornazal, que
está relativamente cercano y según últimas noticias, parece que también es
conocido por un tal: “Jesusín” el pelgar,
lo mismo que este establecimiento donde nos encontramos ahora mismo. Pues bien,
una vez en el pueblo nos dirigíamos a una de
las primeras casas que existían a la entrada y recuerdo que allí vendían bebidas
como: vino, café, cervezas y licores. Digamos que hacía las veces de bar y lo que
adquiríamos lo consumíamos allí mismo en la cocina, sentados en el escaño junto
a las personas de la casa, como si fuéramos unos miembros más de la familia.
En esta casa había dos mozas por lo menos que cosían y un
hermano que tocaba el acordeón y algunos sábados cuando llegábamos los excursionistas
caurienses, también se solían allegar algunas otras jóvenes vecinas hasta esta casa,
con lo que nos juntábamos en un momento
en aquella amplia sala un grupito muy curioso de juventud. Si la cosa se terciaba,
las costureras rápidamente levantaban la labor que estuvieran haciendo en ese
momento y despejaban la sala. Si el
acordeonista estaba de humor y se brindaba a darle un rato al fuelle del
acordeón se preparaba un baile muy
animado en la casa. Podríamos decir: de padre y muy señor mío.
Así, mientras los alumnos de Corias danzábamos como
descosidos con aquellas guapas y amables
mozas serranas, el padre Carmelo jugaba pacientemente a las cartas en la cocina, con un grupo de hombres del
pueblo que allí se juntaban por la noches para tal fin, siempre con la animosa presencia sobre la mesa
de una gran cafetera cargada de café y de una botella o dos de Veterano, Terry o Fundador.
Todavía es el día de hoy que cuando recuerdo aquellas escenas tan de
pueblo, tan bucólicas, tan familiares y tan entrañables, es raro que no sienta cierta
alegría, por no decir nostalgia.
Bueno amigos, y esto es todo por hoy de parte de este
prior entrecomillado. Y contradiciendo al Gran Wyoming sí os digo: Para la
próxima más y mejor, que en este caso, sí será posible.
El “Prior”
domingo, 27 de abril de 2014
EL GRAN CARMELO VUELVE AL ACEBO
Ayer, sábado 26 de abril de 2014, un nutrido grupo de amigos formado
por antiguos alumnos de Corias, algunos de ellos acompañados de sus esposas o
compañeras, otra como es el caso de Olga, en representación de su difunto
marido, Ángel, o el profesor Olegario que asistió acompañado de su hijo José, nos
hemos dado cita a las once de la mañana en
el parador cangués como punto inicial de encuentro para posteriormente desplazarnos
todos hasta el Acebo y compartir allí una jornada festiva de confraternización
y alegría junto a nuestro admirado y reconocido profesor, Padre Carmelo, que
tanta huella positiva ha dejado en todos nosotros, por la gran labor realizada con sus alumnos, tanto en materias académicas como sociales, durante los años que Carmelo permaneció como
fraile dominico en Corias, ejerciendo de profesor y de tutor del internado en
el instituto laboral San Juan Bautista.
En la actualidad al padre
Carmelo todos nosotros nos dirigimos, de forma respetuosa y cariñosa, como simplemente
Carmelo, dada su nueva condición de persona seglar. En total para este acto de
reconocimiento a nuestro profesor-tutor, nos hemos reunido entre exalumnos y
allegados, veintidós amigos como podemos
apreciar en la primera foto de cabecera; que es la misma que Alfredo ha
incluido en su completa entrada, con la salvedad que yo en ésta he asignado por
orden de colocación, un número a cada uno con el objeto de que a los lectores
del blog les resulte más fácil la identificación de cada uno de los componentes;
sobre todo, lo he hecho más por nuestras mujeres, ya que éstas son menos
conocidas por eso figura al lado de su nombre, entre paréntesis, el nombre del consorte. Cada
oveja con su pareja. A continuación se detallan los nombres de todos los integrantes de la
foto. Si apreciáis algún error, por favor, notificármelo:
1. José Manuel, 2. Ulpiano, 3. Galán, 4.
Mariví (Villamil), 5. Carmelo, 6. Manolo Camposín, 7. Carlos Collar, 8. Alfredo,
9. Samuel, 10. Mari (Miyares), 11. Carlos Lobato, 12. Miyares, 13. Olegario,
14. Fefa (Samuel), 15. Olga, 16. Villamil, 17. Elena (“Prior”), 18. Maribel
(Camposín), 19. Lita (Lobato), 20. Maribel Guay (Carlos Collar), 21. Flórez,
22. Jovita (Flórez).
En segundo lugar se incluye
otra foto del grupo, similar a una de
Alfredo, pero con alguna variación de personajes, hecha en la cruz de
piedra del lado sur del santuario. En estas fotos no está el grupo al completo,
faltan algunos de los miembros debido a
que en ese momento se encontraban
dispersos por el campo, sin ataduras sentimentales y a su libre albedrío.
Es justo decir que el evento fue posible el llevarlo a cabo,
a pesar de la apretada agenda de Carmelo, gracias al empeño y dedicación que
Samuel ha puesto desde primeros de este año para
que el encuentro se realizase en
fecha y lugar que resultara factible y del agrado de todos nosotros.
Sobre las once de la
mañana fuimos llegando de forma puntual y escalonada a nuestro antiguo caserón,
hoy Parador de Corias, ya que el
anfitrión Carmelo, junto con Samuel su
porteador y señora, y algunas parejas más,
iban a pernoctar en el flamante y lujoso hotel del Narcea como recuerdo de los
varios años que lo hicieron siendo instituto laboral.
Una vez realizados
los trámites pertinentes en recepción
para que estos afortunados clientes pudieran hacer uso de las habitaciones asignadas, Samuel ha recorrido
junto con Carmelo gran parte de las dependencias actuales del parador que el
profesor había utilizado en su día
siendo colegio, y que también se procuró que le tocase una habitación con la
misma situación o muy similar, a la utilizada
por él durante su estancia en el colegio como educador. Mientras ellos hacían ese recorrido por el interior
del parador, el resto de exalumnos nos acercamos hasta el sótano, en los
aledaños del parking, para ver los restos
de la iglesia fundacional y los objetos allí encontrados durante las
excavaciones del parking, rematando la visita de llegada con un café en la Cafetería, coincidente en planta
con el antiguo Taller de Madera.
Una vez reagrupados todos nos pusimos en marcha hacia el Santuario del
Acebo a bordo de cómodos y robustos autos. La comida estaba ya apalabrada y prevista
para las dos de la tarde, aproximadamente, con lo cual aún tuvimos tiempo de hacer la visita
reglamentaria a la Virgen del Acebo en la iglesia del santuario. El día
estaba agradable sin lluvia y comenzaban a abrirse grandes claros, aunque
soplaba un vientecillo un tanto fresco, propio de la altitud del lugar que ronda los 1.200 metros.
A las dos en punto nos acercamos al comedor donde estuvimos a
nuestras anchas ya que, solamente estábamos nosotros y el recinto era todo nuestro. El menú, que ya había sido previamente
pactado por Samuel, ha consistido en pote asturiano, cabrito asado y una rica
tarta de postre. Café y chupito y como aperitivo de
entrada nos pusieron unos diminutos frixuelos
que estaban muy ricos. La comida
fue del gusto y el agrado de todos en calidad y precio, y transcurrió plácida y amigablemente, reinando
entre todos nosotros gran armonía,
amistad y buen ambiente.
A los postres Samuel nos repartió una cartulina doblada a
modo de cuadernillo en cuya portada
aparece el Monasterio de Corias, en la contraportada recoge una vista con la
cruz y Santuario del Acebo y en su interior junto a una vista del jardín de la araucaria, está el texto escrito y rimado por Ulpiano
para el momento, como reconocimiento y agradecimiento hacia Carmelo, elaborado
con el estilo y maestría que le caracteriza a este bloguero de Limés, y
también para que nos sirva a todos nosotros como recuerdo
y testimonio del encuentro. Tenía previsto subirlo al blog al llegar a León
pero ya he visto que lo ha hecho Alfredo
de forma perfecta.
Durante la sobremesa el “Prior” también recordó algunas de
las anécdotas surgidas durante
aquellas excursiones que hacíamos
al Acebo en determinados fines de semana al mando del Padre Carmelo y que, a
petición de la concurrencia, también se
pondrán en el blog, aunque resulten un
tanto extensas. Es de resaltar que, referente a algunas de las historietas que
allí se leyeron, Carmelo no recordaba apenas nada, a pesar que,
las anécdotas podrían estar un tanto noveladas, pero todas ellas respondían
a hechos reales y veraces. Tampoco esto nos debe extrañar pues, hay que tener en cuenta que nos estamos
refiriendo a hechos acontecidos hace
cincuenta años.
Una vez hechas las fotos de familia de rigor, dentro del
restaurante y fuera en la cruz como
hacíamos siendo chavales, regresamos al comedor y hubo algunos cánticos regionales
protagonizados por buenas voces como las de Maribel del Guay, Olegario y Miyares,
que eran los que llevaban la voz cantante y el resto mal que mal, íbamos
haciendo lo que podíamos a trancas y barrancas. Entre una cosa y otra
transcurrió la tarde en un santiamén. Y ya agotada la jornada no nos quedó otro remedio que ir retirándonos
cada uno a su sitio. Algunos de los privilegiados de este grupo se fueron
directamente hacia el lujoso parador y el resto a nuestras casas. De todos
modos, una vez en Cangas, junto a Mamen y Castro todavía nos dio tiempo para
dar una vuelta por la Villa para que Carmelo recordase su paso y permanencia en
estas tierras canguesas entre los años 1959 a 1972. Como acto de despedida nos dirigimos a
la cafetería Cádillac, donde charlamos
un rato y Mamen pudo contarle a Carmelo
las diferencias que existen hoy día en la orden de los dominicos comparada con
los tiempos en los que profesó Carmelo.
Acto seguido Carmelo, Samuel
y Fefa se fueron camino de Corias y Carlos y Lita para La Caridad. A partir de
ese momento, nos quedamos solos como los de Tudela y ya haciendo de coche
escoba: Olga, Mamen, Castro, Elena y yo rematamos el día en el Bar Moreno,
comiendo unas apetitosas raciones con un rico albariño.
Creo que fue una jornada muy agradable y entrañable para
todos nosotros, y esperamos que para
Carmelo también lo haya sido, y así en lo sucesivo, podamos contar nuevamente
con su estimada presencia y compañía en posibles futuros encuentros. Debo resaltar que el mismo Carmelo valoró y
ponderó mucho esta actitud nuestra que mantenemos los exalumnos de Corias, de seguir
reuniéndonos de vez en cuando y perpetuando
la amistad de cuando fuimos jóvenes.
A partir de este mismo momento, ya deberíamos de ir pensando todos nosotros en la próxima reunión y yo como
bloguero y portavoz, en nombre de todos los compañeros quiero felicitar y dar
las gracias a los familiares y acompañantes
que,
pacientemente y año tras año, aún
siendo ajenos a todas estas vivencias y recuerdos nuestros, se muestran tan entusiastas
como nosotros mismos con todo lo relacionado
con nuestro pasado cauriense. Salud para
todos y a seguir así.
B. G. G. bloguero
“Prior”
sábado, 26 de abril de 2014
REUNION EN EL SANTUARIO DEL ACEBO
La tarjeta de presentación del acto fue confeccionada en su texto integro por Ulpiano que es el autor del soneto que la ilustra.
Esta mañana un grupo de antiguos
Alumnos y Amigos del Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias, nos hemos reunido para homenajear a nuestro
antiguo profesor, el que fuera Dominico P. Carmelo, hoy para todos Juan Carmelo.
A las doce del mediodía estábamos
citados en nuestra antigua casa, el que fuera Convento de Corias, convertida ahora en Parador Nacional. Tras los
saludos de rigor se realizó una visita en
el sótano de lo que fue el antiguo Convento, donde se hallan los restos de una antigua Iglesia que datan de
la primera mitad del siglo XI que fueron descubiertos cuando se realizaban las
obras para convertir el Monasterio en lo que hoy es, uno de los mejores
Paradores de la Red Nacional y que ayer fue galardonado con el premio el mejor
hotel español no urbano en los Premios Traveler en un acto que se celebró en los Jardines de
Cecilio Rodríguez en el Parque del Retiro de Madrid, nos desplazamos al Santuario de la Virgen del
Acebo para celebrar una comida de hermandad.
El acto estaba programado para
las 14:30 horas en el Restaurante Del Río. Tras dar buena cuenta del menú a
base de Potaje de Cangas, Cabrito con patatinas y una deliciosa Tarta de
almendra, nuestro “Prior” Galán nos recordó anécdotas de las aventuras protagonizadas por algunos de
los alumnos que estaban internos y que solían subir en pequeños grupos los
fines de semana al Santuario del Acebo casi siempre acompañados por Carmelo,
para quedarse en la Casa Rectoral que amablemente les facilitaba D. Herminio el
recordado Cura del Acebo en los años 60 del pasado siglo.
Una vez acabado el acto oficial hubo los
consabidos cantarinos de chigre paseo
hasta la Cruz para inmortalizar el acto en la tradicional foto de familia y
contemplar el excelente paisaje que desde allí de aprecia sobre todo si el día
está despejado como hoy, aunque la temperatura era un poco fresca.
A partir de las 7 de la tarde
comenzó el desfile de los asistentes hacia sus lugares de origen, salvo algunos
que pernoctarán esta noche en el Parador,
quizá para recordar sus viejos tiempos de estudiantes, aunque suponemos que la
confortabilidad será bastante mejor que años atrás, cuando en lugar de habitaciones individuales el
dormitorio albergaba todas las camas juntas.
miércoles, 16 de abril de 2014
HERMINIO. El escultor de La Caridad
Atendiendo a la ocurrente sugerencia de Longinos, y como reconocimiento cultural por su singular obra al escultor de La Caridad, Herminio, y por amistad con nuestro bloguero Carlos y señora, insertamos aquí en el blog esta noticia de La Nueva España de
fecha 12 de abril de 2014, en la que se
le entrega a Herminio, hermano de Lita, el “Asturiano del mes” de
enero por su éxito con una plástica original y rotunda. También es importante noticia que este artista asturiano
prepara una gran exposición para finales de
año en Miami. Entre los familiares y amigos que arropan al escultor del Occidente asturiano, podemos
apreciar en la foto, en su ala derecha, a nuestros amigos blogueros: Lita y Carlos.
Nuestra enhorabuena para el escultor y para
su familia.
Se incluyen dos recortes de la noticia en el periódico.
domingo, 13 de abril de 2014
JESUSÍN Y'AL CANELO CASI AGÜECHAN AL TSOBU
L’outru día cuandu baixaba
cunu Canelu nu trator pa casa, tseva-mus
un bon xustu lus dous; diguvus-lu you.
El casu foi que tandu atsí nel Acebo
entre una cousa ya l’outra fixuse-nus de
nueite escapau. Ya sigún baixaba-mus pul mediu’l monte, el miou perru que tsevaba-lu atau cunu rechu al remolque, ya sin las carrancas, tsadraba
que dios nus tsibre. Al chegar a l’altura de la
Fonte’l Pioyu uyimus unus autsidus que mitian miedu. El Canelu puxu-se
alietsu ya tou tsarizudu pul tsombu de la tserza que tse entrou, ya you tamién tinía
lus gadechus dereitus cumu escambrones, purque miánicas si nun pinsei que yeran
lus tsubercus que taban pur atsí alredor nuesu asperándunus pa esbitsa-nus cumu
faen cunus cadriles de las uvechas. Debían de tar pur atsí mesmu, peru nos nun lus
agüechá-mus; solu escuitá-mus a lus xabariles
que taban fuzandu nun prau que ya lu tinian mediu tsabrau. Nos tiramus
p’alantre ya una ve que tuvimos lonxe d’aquetsus pagus, el Canelu apaciguou-se un
poucu ya anialou-se nu remolque, ya catsou la bouca hasta que chega-mus a casa.
Na más chegar, delantre mesmu del
miou bisteitu atoupei-me cunu camionetu del tratante que vinía a tsevar unus xatacus de cai la Rulindes. El humecón aquel
entrou pa la corte de la Rulindes
escapau, peru cunel vinía outru rapaz pa echa-tse una manu cunus xatus, ya este
asperou atsí fora nu camín. De ripente nutei queste rapazón nun me quitaba güechu d’encima, peru cumu
taba aquetsu uscuru cumu la bouca’l tsobo, ya este home tinía la gorra calada
hasta las urechas, nun sabías quien tinías delantre. Astoncianas you fixei-me
mexor n’el ya dime cuenta que’l magüetu yera el fichu dunu de Tineu que fixéramus
la mili xuntus nu mesmu cuartel nel anu 63,
en Regulares 5 en Ceuta. Al intrugá-tse
pul pai díxu-me: sí oh, ta aiquí; ahí lu tienes, ía el que entrou pa la corte.
Aspera que lu chamu. Al menuto saliu loutru
cuna guichada na manu yan cuantu caimus lus dous del pullín, dímus-nus
un abrazu ya puximus-nus muitu cuntentus lu mesmu él que you, ya dixe-tse que subiera un ratadín pa mia
casa, mientras el tracaburras del fichu trataba lus xatus cuna Rulindes ya’l
sou pai. Una ve na cucina cuna tsuz de la bumbilla paeciu-me agüechar quel
quintu miou retsucía-tse algu nuna urecha y’al mumentu dime cuenta que tinía un
aro de fierru cumu si fora la cantresa duna madreña.
El casu foi que diu-me la risa ya nun
pude pur menus que intrugá-tse si agora taba alambrau cumu lus gochus. Miánicas
nun tse gustou muitu, purque cuntestou-me
mal. Dixu-me que prifería tiner pinta de
xilingueiru anantias que de melandrín ya de zalampernu cumu you. Astoncias you,
afalaguei-tse un poucu lus bréfites ya dixi-tse que nun se cabreara que yera tou
una broma. Escapau baxei a la budega ya subí un xarru vinu fresquín cunas frebas de xamón, media tsinguaniza
ya la caramietsa de la fugaza’l pan. Al
poucu ratu tábamus lus dous tsevantandu las patas de risa nu escanu, falandu del brigada
Celestinu que muitas patacas nus fixera mondar el cabrón nu campamentu
de Chinchilla en Albacete, peru eispués, nos pa vinga-nus de tou lu que nus faía aquel chusqueiru, mixabamus-tse pur enriba las patacas na más mundá-las.
Cuandu taban cuciendu prubaba-las el fandoscu
d'el ya farfotsaba entre caniles que tinían
muita sal, que tses escaldara-mus mas
augua fría pur enriba pa que entotsaran
un poucu ya nun se tses nutara tantu’l salitre. Ya nos pur itrás riventandu de
risa purque d’aquetsu del ranchu prubábamus poucas cousas. Si tiníamus muita
fame ya tábamus sin cuartus, astoncias cumíamus solu güevos fritus ya cucius,
que esus pu lu menus nun taban mixaus.
Eispués de riínus abondu ya de falar
un ratau intrugou-me esti mozu si you tinía
mucher ya dixi-tse la virdá, que non, que taba sulteiru tuvía. Astoncias dixu-me:
Jasusín, Jasusín, tas feitu un bon pelgar. Que bien fixiste quedá-te asina deste xeitu, sulteirón. Pa que
vas casá-te oh. Siguru que tienes
peironas abondu pur aiquí pul pueblu, ya pula Vitsa tamién. You cuntestei-tse
que tiner, tinía poucas, ya él nun pudía cuna risa. Astoncianas cuntou-me que
you yera el acertau de siguir asina sulteiru, peru si algún día dicidía casá-me
que nun cuchera la mucher del mesmu tiempu que you. Quia.
Cueche-la pulu menus diez anus más xoven que tú, purque you voi dicí-te apruveitandu que nun ta
agora el miou fichu aiquí delantre, que cumití
la turpeza de axuntá-me cuna vicina que ía algu mayor que you; etsa pasa ya de lus setenta y cincu, ya nun hai xeitu de mité-la
pa debaixu, ni tampoucu arrimá-se a etsa purque xebra d’uno cumu de lus tábanus.
Enxamás tien ganas de ribincar la
desgraciada. Cuandu tse falu algu del asuntu dime la cundenada que prifier tar
arrincando touzus de berza, arramandu cuitu na currada u barriendu las cortes,
anantias que fayendu lu outru. Ya cuandu nun tse queda outru rumediu que
acetar, escumienza a faer axagüeirus ya trangadichas
pa xebrá-se de mi si nota que toi rifón ya berriondu. Nesi mumentu díxe-tse you que, ou etsus vinían
a pulus xatus, haí una rapaza bien xoven ya bien axeitada, que se chama
Rulindes, peru que pa mi nun ameraba muitu,
non; pierde cuidau. Gustan-tse más lus del sou tiempu que tsievan pindientes nas urechas asina cumu faes tú.
Astoncianas dixu-me este rapaz
que se chama Firme: “Jasusín, Jasusín, pa que
crees que tsievu you esti fierru mitiu aiquí
na urecha”. Ya p’ancima tsievo tamién un tatuaxe noutru tsau que nun te lu puedu enseñar agora, peru a las
rapazas gusta-tses muitu esu. A mi diu-me muita risa ya nesi mesmu mumentu cumenzou a voucear ya chamá-lu
el tulondru del fichu, y’al home tuvo
que afuxir a tou miter purque al outru bartolu
escapouse-tse un xatu del camionetu y’andaba itrás d’el pul pueblu, d’acó
pacutsó cumu si tuviera tsoucu. Astoncias, you deixei aquetsa xente ya mití-me pal
miou curral a datse un poucu de cumer al Canelu que taba el probe muertu fame.
Ya cun esu nun pude ni dici-tse
adiós a este rapazón. Outru amiente bien, cuandu vuelva pur aiquí él solu, sin
el tolo del fichu, ya partsaremus más
cousas de la mili ya de las mucheres d’aquetsus anus. Ya cun esu alón rapaces.
“Jesusín”, el pelgar
miércoles, 9 de abril de 2014
TOUS P’AL ACEBO
( Foto tomada de :http://www.minube.com)
Este anu cumu tsieva chuviendu tantísimu tiempu a caldeiraus, asina cumu si fixera
una muntunera de anus que nun caía una pinga d'augua, tan lus praus tous nun chamazal.
Lus mious del ríu tuve las vacas atsí l’outra simana ya deixanunme-lu tou
afracau cumu si fora un patacal ricién tsabrau. Pur esu agora cambiei-las pa
las poulas que tiné-mus cerca del rebotsal, ou ta la cabanona, que atsí cumu ía
un parandanal ya cuestu cumu’l tseironal, el tirrenu ta más ricudio ya tamién t’al tapín bastante más entotsau, ya cun esu nun si espetan tantu las patas del ganau na pación.
Cuandu tsievu las vacas pa estas poulas, faigu-lu ceu pu
la mañena, ya pu la tardiquina en cuantu tsourienzo deixa de asuma’l fucicu pul
tesu la xanzaina, baixan etsas solas pa casa
cunu perru muitu bien sin tiner que dir
you pa nada al prau. Peru loutru día apaicienun las vacas nu purtón del curral solas, yal perru nun vinía cun etsas. Extrañou-me
muitu purque el Canelu ía un perrón muito facindiegu que nun deixa las vacas
solas pur nada. Asperei un ratau, ya cumu nun apaecía pur atsí, cumu si lu
cumiera el sumiciu, acerquei-me a cai la Rulindes pa intrugá-tse si lu
agüechara etsa pul pueblu, u pu la currada, peru esta mucheraca nun
taba na casa la cundenada; ya díxu-me la sua mai que agora baixaba dous u tres
veces pur simana a la Vitsa, xuntu con outras peironas tan buenas cumu etsa, a faer
una muxiganga de ginasia que creu que espurren-se ya revuelcan-se pul suelu cumu fae
el pullín miou cuandu gana la cebada, ya esas munxergas todas chaman-tses algu
asina cumu pilatus, peru nun me faigáis muitu casu purque you pa estu de lus
nomes nun m’alcuerdu al ratau de uyí-lus.
Outra vez que tamién faltou el
Canelu de casa, luegu alcuntramus-lu pasaus unus cuantus días cerca de La Nisal
tou tsarizudu ya arrabuñau que fora engulismau itrás duna perraca piquena que andaba caliente. Nel
mumentu que taba you cabilandu ou taría
el can, apaeciu el rapazón de lus piensus runfandu cunu camionetu chenu hasta
lus topes de sacus de farina, ya intruguei-tse si pur casualidá agüechara pula
carretera al miou perru. De mumentu quedouse cuepu el cundenau, peru al poucu ratu díxu-me que quiría
ricurdar que sí, que agüechara faía poucu a un perrón marietsu que
taba enganchau a una perra mastina delantre de Casa’l Coxu de Bornazal, peru espuies tamién se
trupezara cun outru perru subiendu p’al Acebo, peru que nun se fixara nu culor. You cunu que me dixu este fandoscu
foi abondu. Nun fixe más que datse las gracias ya fuxír a tou miter pa casa pa cucher el trator ya acercá-me a pul
perru pa trae-lu cuantu anantias pa casa.
Y'asina foi. Tandu a mediu camín pinsei que pudía pasá-me primeiru pul Acebo pa
intrugá-tses aquetsa xente si andaba pur atsí el miou can ya dipasu echaba un
vasín u dous; ya si nun taba, espués runfaba
pa Bornazal. Primeiru priguntei nu
chigre del Marruncín, el que ta dientru de lu qui ía el santuariu, y'apenas
me fixé-nun casu. Espués acerquei-me al outru chigre, al de Ríos, ya atsí taba
la nena sola; Jusé taba pa Cangas, peru
esta rapazaca díxu-me lu mesmo que el de lus piensus, que pur Bornazal tsevaba ya unus días un perrón grande cun carrancas al piscuezu que andaba toul día cheirandu itrás duna perra
mastina que yera de lus pueblus d’abaixu.
Puxe-me cuntentu, al sabere pur ou chapinaba el miou Canelu ya mandei-tse a
esta rapaza que me echara un vasín de vinu. Etsa foi a la barrica a la bodega ya
truxu la xarra chena cunu cachu al tsau ya un taruquín de queixu
d’afuega’l pitu pa faer boca. Na más que prubei lus primeirus papaus de vinín,
esta rapaza priguntou-me si you nun yera unu
de lus que querían faer fulixa atsí pa últimus de abril u primeirus de
mayu. You cuntestei-tse que nun sabía nada. Astoncias dixu-me etsa que’l outru día tuvieran atsí
unus homes intrugandu al sou pai que querían faer una comilona pa una muntunera de xente que tuvienan tous cunus flairones de Corias, purque
nesta ucasión tamién iba tar cun etsus un flaire muitu empurtante, que agora ya
nun yera cura. You quedei apavuriau del
tou ya cuntestei-tse: mira munina, you nun sei nada de nada de lu que me falas. Purque outras
veces garabatean algu nu Blog ese de Corias pa picá-me, peru agora toi
pez del tou. Tamién ía culpa mía purque siguru que fartarian-se de chamá-me, ya abondu lu fixe-nun las outras veces, peru estus rapaces tienen que cumprender
que you nun puedu faer lu mesmu que faen etsus. Etsus tan tous ritiraus ya cun
bonas pinsiones; nun ía cumu you que si
quieru cumer un cantrochu pan cun toucín tengu que tar toul día
itrás del rabu las vacas. Outru amiente, nesta ocasión prestaria-me tar al pia d’etsus un ratau. A
tou estu, si faes el favor di-tse a tou
pai cuandu venga que’l día que faigan la fulixa toda esta rapazada aiquí, que
me chame, que si tengu you el ganau pur aiquí cirquina, pula poula la cabanona, acercu-me cunu trator
nun ratau a tumar café cun etsus. Anque, miánicas, cumu toi tan esgurrumbao ya feitu
un podricu, nun sei si me cunecerá
alguno detsus. Tous non, peru lus de lus anus primeirus del cunventu , sí me
cunecen sí. Deixu-vus hasta outru ratau que marchu a pul Canelu a Bornazal, anantias que se faiga de nueite, que
si ta muitu tiempu sueltu pur atsí nun
deixa una perra sin enganchar en toul vatse. Ya cun esu alón, rapaces
“Jesusín”, el pelgar
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