PRESENTACIÓN

Anualmente cuando nos reunimos los antiguos alumnos de Corias, bien sea en grupos minoritarios por promociones en diferentes lugares del Principado y alrededores, o de forma general en el encuentro de Corias a finales de cada mes de septiembre, siempre solíamos comentar al sentir la alegría de juntarnos de nuevo que, era una pena el que hubieran pasado tantos años sin comunicarnos y sin saber unos de otros.

Afortunadamente, en estos tiempos eso está subsanado gracias a los medios informáticos disponibles que tenemos a nuestro alcance. Aprovechando la oportunidad que nos brinda BLOGGER para poder crear un espacio cibernético común, en la nube, donde se pueda participar y expresar los recuerdos que cada uno de nosotros guardamos celosamente de aquellos años, es cuando surge el Blog de los antiguos alumnos de Corias.

Esta elemental presentación lo único que pretende y persigue es reavivar la amistad y la armonía que hemos trabado entre todos nosotros durante los años de convivencia en el Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias y, que a pesar del tiempo transcurrido, aún perviven frescas en nuestro recuerdo.

Otro de los objetivos del blog es recordar y compartir las peripecias vividas por aquellos jóvenes que coincidimos bajo las mismas enseñanzas, disciplinas, aulas, comedores, dormitorios, juegos, etc., durante varios años en el convento de Corias y que aún las tenemos muy presentes.

La mejor forma que tenemos para rememorarlo es ir contando en este blog todos los pasajes que cada uno de nosotros recuerde, expresados con la forma y estilo propios de cada uno pero, siempre supeditados a los principios del buen gusto, el respeto y a la correcta educación que nos han inculcado los padres dominicos. El temario en principio aún siendo libre, sí debiéramos procurar en general, que tengan preferencia los temas relacionados con el colegio y su entorno, ya que es el vínculo y denominador común entre todos nosotros.

Como es lógico, cada colaborador es el único responsable de sus opiniones vertidas aquí en el blog; las cuales pueden ser expresadas libremente sin condicionantes ni cortapisa alguna por parte de la dirección; tan solo debemos atenernos todos, a las premisas mencionadas anteriormente del respeto y el buen gusto.

Una vez hecha esta breve presentación, se pide la colaboración y aportación de todos los antiguos alumnos pues, seguro que todos tenemos algo ameno e interesante que contar. Unas veces serán relatos agradables y divertidos, y otras no tanto; pero así es la realidad de la vida.

Al blog le dan vida una serie de antiguos alumnos que colaboran de forma fehaciente y entusiasta con Benjamín Galán que es el bloguero administrador. A este galante caballero el cargo de administrador no le fue asignado por méritos propios, más bien por defecto, de forma automática; simplemente, por ser el titular del blog. Pero podría delegar el cargo en cualquier otro colaborador que así lo deseara.

De antemano, muchas gracias a todos los participantes y colaboradores. Tanto a los antiguos alumnos y profesores que deseen intervenir, como a todos nuestros amigos lectores.

¡A colaborar y a disfrutarlo!

(21 de noviembre de 2009)

B. G. G. (BLOGUERO PRIOR)

lunes, 28 de abril de 2014

A LOS POSTRES, BATALLITAS



INTRODUCCIÓN. 
Esta  foto que ilustra la entrada la había hecho sin premeditación  ni interés especial alguno al  llegar al  Parador, pero resulta que ahora me ha venido que ni al pintar pues, no puede ser más oportuna para ilustrar lo que a continuación os presento. Como todos sabemos por las crónicas de Alfredo y mía, a  los postres de la comida del sábado, el “Prior” abusando del relax y buen ambiente  reinante en la mesa , se excedió un tanto y dio la  “vara” todo lo que quiso y más, relatando anécdotas de la excursiones  de aquellos años al Acebo. Pero se da la circunstancia que los dos protagonistas principales son Carmelo y Miyares.  Así pues, paso a copiar directamente el texto del “discurso” (tostón) tal y como fue leído. Espero que lo soportéis con resignación cristiana pues,  algunas cosas una vez que  se les saca de su contexto ya tienen menos gracia.  Pero bueno, vosotros sois gente sufrida, disciplinada y educada en la austeridad y estoy seguro que no protestaréis demasiado. Mi idea no era de reproducirlas aquí de nuevo, ni mucho menos;  pero muchos amigos me han sugerido e insistido en que lo haga y, en atención a ellos y a los que no han podido asistir al acontecimiento,  lo hago con mucho gusto. Espero que os guste  y, si no fuera así, sed tolerantes y no os echéis como fieras sobre las gorjas del “Prior” ¡Pobre hombre!

                                                                                  ***
EL ACEBO, 26 DE ABRIL DE 2014.


Amigos todos. Aprovecho estos  plácidos momentos de la sobremesa para leeros algo que he preparado para esta ocasión que bien se lo merece,  ya que nos encontramos todos pletóricos de volver a vernos y reunirnos aquí en este emblemático lugar, gracias a la dedicación y empeño que puso Samuel  para que esto llegara a buen puerto y pudiéramos compartir todos, como estamos haciendo, mesa,  amistad, compañerismo  y entrañables recuerdos junto a nuestro “Imán” Carmelo y  todo este nutrido y selecto grupo de  antiguos alumnos y amigos de Corias. A la vista está que algunos de nosotros hemos acudido a la cita  con las compañeras de fatigas, otros solos, debido a las ineludibles responsabilidades familiares,  y en el caso del amigo Ángel Rodríguez Julián, que por desgracia ya es difunto,  en su representación tenemos a  Olga, su esposa,  que ya es  un miembro más del grupo y muy querida por todos nosotros.

Una vez dicho este breve preámbulo, debo aclarar que  Samuel se habrá sorprendido un tanto al verme aquí con estos folios en la mano y  habrá pensado: ¿A qué viene esto? ¡Si al Prior no le tocaba hacer discurso ninguno! ¡Si yo le había asignado solamente hacer de reportero gráfico y de cronista! Y eso es cierto. Pero me he tomado esta pequeña libertad pensando en que, como por falta de tiempo no va a ser, seguro que cuantos más recuerdos afloren en esta sobremesa, más reavivaremos aquellos años de Corias, y  es casi seguro que con ello estaremos contribuyendo a que nos entren más ganas de repetir  actos como el de hoy,  mucho más a menudo.

Si digo la verdad, en el reparto de funciones que Samuel había asignado en primer lugar a dedo, pero de forma muy certera entre algunos de nosotros, a mí me había correspondido cubrir la noticia del evento haciendo de reportero Tribulete, cargo que yo asumo con mucho gusto a pesar de mis limitaciones para tal oficio, pero una vez ya metidos en harina, también he pensado que este humilde bloguero  podría perfectamente recordar  durante la sobremesa, beneficiándose del relax de esta hora y  que ya estamos todos contentos y animados, única forma de poder soportarlo,   alguna pequeña anécdota de las muchas que se producían  durante aquellas  excursiones que hacíamos desde Corias al Acebo en fin de semana, hace ahora la friolera de casi 50 años.

Pues bien, vamos a ello. Como todos sabemos en los primeros años del internado de Corias, por lo menos desde el año 1959 hasta  el  1966, en el que  yo finalicé, eran frecuentes  los fines de semana en los que nos solíamos desplazar desde el Convento hasta el Acebo determinados grupos de alumnos internos principalmente,  entre 5 y 10  como mucho, debiendo programarnos con la antelación debida para no coincidir aquí arriba más de un grupo cada vez. Hay que tener en cuenta que aquellas salidas eran para nosotros como un pequeño premio o incentivo que recibíamos por parte de los frailes, en compensación  al esfuerzo diario que realizábamos para poder sacar adelante nuestros estudios,  durante aquellas largas e interminables semanas,  recargadas de excesiva austeridad y de férrea disciplina.

Ahora bien, aquellas excursiones las llevábamos a cabo merced a la buena sintonía que existía entre los frailes de Corias y don Herminio el cura párroco del Acebo, el cual nos facilitaba el alojamiento poniendo a nuestra disposición tanto  la Casa Rectoral como  todas sus instalaciones y pertenencias para que pudiéramos dormir y cocinar bajo techo durante aquellas pequeñas escapadas en   fines de semana.

Normalmente, solíamos subir los sábados por la mañana y regresábamos los domingos por la tarde. Aunque, ocasionalmente, teníamos también la suerte de poder subir algún viernes que otro a última hora, una vez finalizadas las clases, pero eran los menos. La mayoría de las veces estas excursiones  las hacíamos acompañados de un fraile dominico y en ocasiones, siendo ya mayores, también  solos. Recuerdo el haberlas hecho en más de una ocasión  con el aquí presente, admirado  Padre Carmelo entonces, lo mismo que hemos hecho hoy, pero esta vez con la salvedad que hemos perdido al padre y solo conservamos al gran Carmelo como tal. Pero debo decir que esa pérdida, de simple paternidad putativa, para nosotros no ha repercutido más que en el cambio de tratamiento que hemos de utilizar para dirigirnos a él pues, nuestra  admiración y agradecimiento hacia su persona,  se mantienen intactos lo mismo que antes, por no decir aumentados, si cabe.

Otra gran diferencia entre aquellas excursiones pedestres y la de hoy, es que entonces subíamos a pinrel y hoy lo hemos hecho comodonamente  todos en robustos coches.

Para aquellas estancias de fin de semana, fuera del internado,  las viandas las subíamos  siempre del convento y consistían principalmente en alimentos básicos naturales y  ligeros, pero  a la vez calóricos y nutritivos, como: pan, fruta, conservas de pescado y frutos secos, principalmente. Rara era la ocasión en la que hiciera acto de presencia el chorizo o el salchichón dentro del cupo. De todas formas, algunas veces, no muchas,  también se  nos daban  patatas y contados huevos. Según fuese la generosidad del bodeguero que nos reponía el macuto al salir en la bodega del convento, así iba de cargada y de abultaba la mochila;  pero en general, no teníamos queja.

La casa del señor cura disponía de cocina de carbón que la prendíamos nada más llegar y allí era donde nos secábamos la ropa de las mojaduras que cogíamos cuando había nieve y el Padre Carmelo nos preparaba  algo de comida caliente pues, carbón no había en la casa pero buena leña sí,  y abundante también. Por las noches una vez cenados, como estábamos rendidos de la caminata que nos dábamos desde Corias al Acebo y de subir con la mochila cargada con los  víveres, la sobremesa de la cena  la solíamos hacer ya acostados en  la “suite”, que estaba en la planta de arriba y  consistía en un cuarto amplio, prácticamente  diáfano, con dos o tres colchones juntos tirados en el suelo y sobre ellos dormíamos todos pareados  a modo de sardinas en lata, pero lo hacíamos con sumo gusto ya que dormíamos como troncos y a pierna suelta durante toda la noche, gracias al calor que nos proporcionábamos unos a otros por la proximidad de  estar juntos, pero no revueltos,  y el de algunas  mantas que había en  la casa, las cuales estoy seguro que deberían ser hidrófobas porque no habrían visto el agua desde su fabricación en los telares del  Val de San Lorenzo en León. Pero eso no suponía problema alguno. Al contrario, así como pesaban más,  también abrigaban mucho más.

Como la luz eléctrica brillaba por su ausencia,  nos teníamos que servir de velas  y al subir a dormir manteníamos en el cuarto al menos un punto de luz mientras nos  acomodábamos en el bajo lecho que, tan bajo era, que coincidía con el suelo. La verdad sea dicha que,  en la toalet nocturna, desvestirnos y ponernos el pijama empleábamos muy poco tiempo ya que nos echábamos al colchón prácticamente vestidos,  tal como estábamos;  tan solo nos descalzábamos las Chirucas. De todos modos, entre una cosa y otra pasaba un tiempo que a veces se nos hacía bastante  largo. Una vez que estábamos todos acomodados  tan a gusto bajo aquellos cobertores,  rígidos y ásperos como tablas sin cepillar, el último en meterse al nido  era el que apagaba la luz  y, a partir de ese momento era cuando iniciábamos a oscuras una amena charla entre todos para preparar el plan para el día siguiente, hasta que transcurridos unos minutos íbamos dejando de hablar y cayendo rendidos uno tras otro  en los brazos de Morfeo.

Normalmente, en estas excursiones que hacíamos  por el monte con  caminos que tenían pronunciadas cuestas, nos solíamos ayudar para caminar mejor  de un bastón o garrote, el cual al llegar a la casa lo dejábamos en la entrada, salvo el  amigo Miyares que no lo perdía de vista en todo momento. Tal era  su celo y apego para con el cayao que no se separaba de él ni para dormir. Recuerdo una noche que nada más apagar la vela, estábamos todos muy cansados y al momento comenzamos a caer rendidos uno tras otro. Pero de buenas a primeras a alguien se le escapó algo que produjo ruidos extraños de dudosa procedencia  y comenzaron las risas. Entonces Carmelo mandó  guardar   silencio  pero los parlanchines  de turno no cesaban de reírse y  de darle a la lengua, con lo que se inició algo de alboroto. En ese mismo momento, a pesar de estar a oscuras, notamos que un bastón se blandía en el aire amenazante  y que comenzaba a soltar alguna caricia que otra repartida por los lomos de los yacentes.

En un principio lo tomamos todos a broma y como nos hacía gracia  casi le retábamos al que repartía estopa para que lo hiciera con más frecuencia y con más brío. Previamente,  nos protegíamos bien  la cabeza con los brazos y metidos bajo las mantas aguardábamos a que comenzara la lluvia de palos de ciego. Entre risa va y risa viene, aquello fue en aumento, pero en una de éstas, ¡ay amigo!, como el repartidor no era zurdo para esas cosas, lo mismo que para otras muchas, le cogió gusto al asunto y cada vez los varganazos que propinaba eran más contundentes, más seguidos y más repartidos por toda la encamada.

 Se armó tal zapatiesta  en aquella cama redonda que al Padre Carmelo no le quedó otro remedio que mediar e intentar  poner algo  de orden. Para ello se reincorporó  un poco con el fin de hacerse respetar y también para que le oyésemos mejor, pero con tan mala suerte que el que sembraba los garrotazos no calibró bien y el bastón fue a parar  directamente a lo que más sobresalía en aquel momento, que era la cabeza del padre Carmelo, haciéndole un chichón considerable. Ante el incidente y las lamentaciones del reverendo,  nos quedamos todos cortados y aquello fue motivo suficiente como para que se aplacase la algarabía al instante y nos durmiésemos todos un tanto asustados y abochornados por lo ocurrido.

A la mañana siguiente temprano, al incorporarnos de dormir, nada más que se veía algo, gracias a la luz del día que penetraba por la ventana, cada uno de nosotros no le perdía ojo a la cabeza del fraile, mirando así  de soslayo, disimuladamente, para ver cómo tenía de grande el lobanillo provocado por la refriega de la noche.  No recuerdo muy bien cómo sería el tamaño residual del güevo pues, por la mañana con el frío que allí hacía, seguro que le habría mermado bastante, pero reseñas del bastonazo sí que aún mantenía el paciente y considerado  Padre Carmelo.

En otra ocasión el amigo Miyares, ayudado por alguno de los que hoy aquí nos encontramos, recuerdo que andábamos  husmeando y rebuscando  en la cuadra del caballo y de pronto  en una esquina,  vimos un bulto grande tapado con trapos viejos, ramaje y tablas. Al descubrir aquello menuda sorpresa más agradable que nos llevamos: ¡eran cajas repletas de botellas de Coca Cola sin abrir!  Las cuales  habían sobrado de las fiestas de septiembre y  D. Herminio las tenía en reserva para el verano siguiente ya que era una pequeña fuente de ingresos que le servía de ayuda para sufragar los gastos de mantenimiento de la iglesia y casa rectoral.

¡Buena se armó con el descubrimiento!  Recuerdo que según llegábamos todos sofocados de corretear por el monte, lo  primero que hacíamos era ir derechos a la cuadra y bebíamos de aquellos  efervescentes refrescos sin orden ni control;  a lo tonto. Cuando ya nos encontrábamos ahítos, que no nos cabía ni una gota más,  todavía Miyares solía decir: “yo voy a esperar un poco pues, en cuanto eche otro par de “rutios” buenos, cábenme por lo menos otras dos”.

Aparte de las cajas de Coca Cola  también hubo más descubrimientos pues,  otro día encontramos varias docenas de voladores y   el amigo Miyares,  sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, ni a Carmelo, comenzó la descarga pirotécnica por su cuenta que parecía  que se estaba celebrando  allí una  boda de alto postín, a juzgar por los restallidos  y la humareda que se formó. Luego,  como remate de actividades prohibidas, estaba también el repique de campanas que era otro de los placeres del amigo Luis Sánchez Miyares. Salvo el que hacía  el domingo por la mañana que era de forma más armoniosa y controlada, y con autorización del tutor  pues, estos toques  servían de aviso a los parroquianos de los pueblos cercanos  para que supiesen que se iba a celebrar misa en la iglesia en el plazo  de una  hora, aproximadamente.

Y ya para finalizar voy a rememorar otra vivencia muy entrañable que hacíamos los sábados por la tarde cuando nos desplazábamos desde aquí hasta el pueblo de Bornazal,  que está relativamente cercano y según últimas noticias, parece que también es conocido por un tal:  “Jesusín” el pelgar, lo mismo que este establecimiento donde nos encontramos ahora mismo. Pues bien,   una vez en el pueblo nos dirigíamos a una de las primeras casas que existían a la entrada y recuerdo que allí vendían bebidas como: vino, café, cervezas y licores. Digamos que hacía las veces de bar y lo que adquiríamos lo consumíamos allí mismo en la cocina, sentados en el escaño junto a las personas de la casa, como si fuéramos unos miembros más de la familia.

En esta casa había dos mozas por lo menos que cosían y un hermano que tocaba el acordeón y algunos sábados cuando llegábamos los excursionistas caurienses, también se solían  allegar  algunas otras jóvenes vecinas hasta esta casa,  con lo que nos juntábamos en un momento en aquella amplia sala un grupito muy curioso de juventud. Si la cosa se terciaba, las costureras rápidamente levantaban la labor que estuvieran haciendo en ese momento y  despejaban la sala. Si el acordeonista estaba de humor y se brindaba a darle un rato al fuelle del acordeón  se preparaba un baile muy animado en la casa. Podríamos decir: de padre y muy señor mío.

Así, mientras los alumnos de Corias danzábamos como descosidos con  aquellas guapas y amables mozas serranas, el padre Carmelo jugaba pacientemente a las cartas  en la cocina, con un grupo de hombres del pueblo que allí se juntaban por la noches para tal fin,  siempre con la animosa presencia sobre la mesa de una gran cafetera cargada de café y de una botella o dos de Veterano, Terry o  Fundador.

Todavía es el día de hoy que  cuando recuerdo aquellas escenas tan de pueblo, tan bucólicas, tan familiares   y tan entrañables, es raro que no sienta cierta alegría, por   no decir nostalgia.

Bueno amigos, y esto es todo por hoy de parte de este prior entrecomillado. Y contradiciendo al Gran Wyoming sí os digo: Para la próxima más y mejor, que en este caso, sí será posible.


El  “Prior”

domingo, 27 de abril de 2014

EL GRAN CARMELO VUELVE AL ACEBO



Ayer, sábado 26 de abril de 2014, un nutrido grupo de amigos formado por antiguos alumnos de Corias, algunos de ellos acompañados de sus esposas o compañeras, otra como es el caso de Olga, en representación de su difunto marido, Ángel, o el profesor Olegario que asistió acompañado de su hijo José, nos hemos dado cita a las once de  la mañana en el parador cangués como punto inicial de encuentro para posteriormente desplazarnos todos hasta el Acebo y compartir allí una jornada festiva de confraternización y alegría junto a nuestro admirado y reconocido profesor, Padre Carmelo, que tanta huella positiva ha dejado en todos nosotros, por la gran  labor realizada con sus alumnos, tanto en materias académicas como sociales, durante los años que Carmelo permaneció como fraile dominico en Corias, ejerciendo de profesor y de tutor del internado en el instituto laboral San Juan Bautista.

 En la actualidad al padre Carmelo todos nosotros nos dirigimos, de forma respetuosa y cariñosa, como simplemente Carmelo, dada su nueva condición de persona seglar. En total para este acto de reconocimiento a nuestro profesor-tutor, nos hemos reunido entre exalumnos y allegados, veintidós amigos  como podemos apreciar en la primera foto de cabecera; que es la misma que Alfredo ha incluido en su completa entrada, con la salvedad que yo en ésta he asignado por orden de colocación, un número a cada uno con el objeto de que a los lectores del blog les resulte más fácil la identificación de cada uno de los componentes; sobre todo, lo he hecho más por nuestras mujeres, ya que éstas son menos conocidas por eso figura al lado de su nombre, entre  paréntesis, el nombre del consorte. Cada oveja  con su pareja.  A continuación se detallan  los nombres de todos los integrantes de la foto. Si apreciáis algún error, por favor, notificármelo: 
1.     José Manuel, 2. Ulpiano, 3. Galán, 4. Mariví (Villamil), 5. Carmelo, 6. Manolo Camposín, 7. Carlos Collar, 8. Alfredo, 9. Samuel, 10. Mari (Miyares), 11. Carlos Lobato, 12. Miyares, 13. Olegario, 14. Fefa (Samuel), 15. Olga, 16. Villamil, 17. Elena (“Prior”), 18. Maribel (Camposín), 19. Lita (Lobato), 20. Maribel Guay (Carlos Collar), 21. Flórez, 22. Jovita (Flórez).

 En segundo lugar se incluye otra foto del grupo, similar a una de  Alfredo, pero con alguna variación de personajes, hecha en la cruz de piedra del lado sur del santuario. En estas fotos no está el grupo al completo,  faltan algunos de los miembros debido a que en ese momento se  encontraban dispersos por el campo, sin ataduras sentimentales y a su libre albedrío.

Es justo decir que el evento fue posible el llevarlo a cabo, a pesar de la apretada agenda de Carmelo, gracias al empeño y dedicación que Samuel ha puesto desde primeros de este año  para  que el  encuentro se realizase en fecha y lugar que resultara factible y  del agrado de todos nosotros.

Sobre las once de la mañana fuimos llegando de forma puntual y escalonada a nuestro antiguo caserón, hoy  Parador de Corias, ya que el anfitrión Carmelo,  junto con Samuel su porteador y señora, y  algunas parejas más, iban a pernoctar en el flamante y lujoso hotel del Narcea como recuerdo de los varios años que lo hicieron siendo instituto laboral.

 Una vez realizados los  trámites pertinentes en recepción para que estos afortunados clientes pudieran hacer uso de las  habitaciones asignadas, Samuel ha recorrido junto con Carmelo gran parte de las dependencias actuales del parador que el profesor  había utilizado en su día siendo colegio, y que  también   se procuró que le tocase una habitación con la misma situación o muy  similar, a la utilizada por él  durante su estancia en  el colegio como educador.  Mientras ellos hacían ese recorrido por el interior del parador, el resto de exalumnos nos acercamos hasta el sótano, en los aledaños del  parking, para ver los restos de la  iglesia fundacional y  los objetos allí encontrados durante las excavaciones del parking, rematando la visita de llegada con  un café en la Cafetería, coincidente en planta con el antiguo Taller de Madera.

Una vez reagrupados todos  nos pusimos en marcha hacia el Santuario del Acebo a bordo de cómodos y robustos autos. La comida estaba ya apalabrada y prevista para las dos de la tarde, aproximadamente,  con lo cual aún  tuvimos tiempo de hacer la visita reglamentaria a la Virgen del Acebo en la iglesia del santuario. El día estaba  agradable sin lluvia y  comenzaban a abrirse grandes claros, aunque soplaba un vientecillo un tanto fresco, propio de la altitud del lugar  que ronda los 1.200 metros.

A las dos en punto nos acercamos al comedor donde estuvimos a nuestras anchas ya que, solamente estábamos nosotros y el recinto era todo nuestro. El menú, que  ya había sido previamente pactado por Samuel, ha consistido en pote asturiano, cabrito asado y una rica tarta  de postre. Café y chupito y como aperitivo de entrada nos pusieron unos diminutos frixuelos  que  estaban muy ricos. La comida fue del gusto y el agrado de todos en calidad y precio, y  transcurrió plácida y amigablemente, reinando entre todos nosotros gran  armonía, amistad y  buen ambiente.

A  los postres  Samuel nos repartió una cartulina doblada a modo de cuadernillo en cuya portada  aparece el Monasterio de Corias, en la contraportada recoge una vista con la cruz y Santuario del Acebo  y en su interior  junto a una vista del jardín de la araucaria, está el texto escrito y rimado por Ulpiano  para el momento, como reconocimiento y agradecimiento hacia Carmelo, elaborado con el estilo y maestría que le caracteriza a este bloguero de Limés, y también  para que nos sirva a todos nosotros como recuerdo y testimonio del encuentro. Tenía previsto subirlo al blog al llegar a León pero ya he visto que lo  ha hecho Alfredo de forma perfecta.

Durante la sobremesa el “Prior” también recordó algunas de las anécdotas surgidas durante  aquellas  excursiones que hacíamos al Acebo en determinados fines de semana al mando del Padre Carmelo y que, a petición de la concurrencia,  también se pondrán en el  blog, aunque resulten un tanto extensas. Es de resaltar que, referente a algunas de las historietas que allí se leyeron, Carmelo no recordaba apenas nada,  a pesar que,  las anécdotas podrían estar un tanto noveladas, pero todas ellas respondían a hechos reales y veraces. Tampoco esto nos debe extrañar pues,  hay que tener en cuenta que nos estamos refiriendo  a hechos acontecidos hace cincuenta años.

Una vez hechas las fotos de familia de rigor, dentro del restaurante y fuera  en la cruz como hacíamos siendo chavales, regresamos al comedor y hubo algunos cánticos regionales protagonizados por buenas voces como las de Maribel del Guay, Olegario y  Miyares,  que eran los que llevaban la voz cantante y el resto mal que mal, íbamos haciendo lo que podíamos a trancas y barrancas. Entre una cosa y otra transcurrió la tarde en un santiamén. Y ya agotada la jornada  no nos quedó otro remedio que ir retirándonos cada uno a su sitio. Algunos de los privilegiados de este grupo se fueron directamente hacia el lujoso parador y el resto a nuestras casas. De todos modos, una vez en Cangas, junto a Mamen y Castro todavía nos dio tiempo para dar una vuelta por la Villa para que Carmelo recordase su paso y permanencia en estas tierras canguesas entre los años 1959 a 1972.  Como acto de despedida nos dirigimos a la  cafetería Cádillac, donde charlamos un rato y Mamen pudo contarle  a Carmelo las diferencias que existen hoy día en la orden de los dominicos comparada con los tiempos en los que profesó Carmelo.

 Acto seguido Carmelo, Samuel y Fefa se fueron camino de Corias y Carlos y Lita para La Caridad. A partir de ese momento, nos quedamos solos como los de Tudela y ya haciendo de coche escoba: Olga, Mamen, Castro, Elena y yo rematamos el día en el Bar Moreno, comiendo  unas  apetitosas raciones  con un rico albariño.

Creo que fue una jornada muy agradable y entrañable para todos nosotros, y esperamos que para  Carmelo también lo haya sido, y así en lo sucesivo, podamos contar nuevamente con su estimada presencia y compañía en posibles futuros encuentros.  Debo resaltar que el mismo Carmelo valoró y ponderó mucho esta actitud nuestra que mantenemos  los exalumnos de Corias, de seguir reuniéndonos de vez en cuando y perpetuando  la amistad de cuando fuimos jóvenes.

A partir de este mismo momento, ya deberíamos de  ir pensando  todos nosotros en la próxima reunión y yo como bloguero y portavoz, en nombre de todos los compañeros quiero felicitar y dar las gracias  a los familiares y acompañantes  que,  pacientemente y  año tras año, aún siendo ajenos a todas estas vivencias y recuerdos nuestros, se muestran tan entusiastas como nosotros mismos  con todo lo relacionado con nuestro pasado cauriense. Salud para  todos y a seguir así.


B. G. G. bloguero “Prior”  

sábado, 26 de abril de 2014

REUNION EN EL SANTUARIO DEL ACEBO

 

La tarjeta de presentación del acto fue confeccionada en su texto integro por Ulpiano que es el autor del soneto que la ilustra.


Esta mañana un grupo de antiguos Alumnos y Amigos del Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias,  nos hemos reunido para homenajear a nuestro antiguo profesor, el que fuera Dominico P. Carmelo, hoy para todos Juan Carmelo.
A las doce del mediodía estábamos citados en nuestra antigua casa, el que fuera Convento de Corias,  convertida ahora en Parador Nacional. Tras los saludos de rigor se realizó  una visita en el sótano de lo que fue el antiguo Convento, donde se hallan  los restos de una antigua Iglesia que datan de la primera mitad del siglo XI que fueron descubiertos cuando se realizaban las obras para convertir el Monasterio en lo que hoy es, uno de los mejores Paradores de la Red Nacional y que ayer fue galardonado con el premio el mejor hotel español no urbano en los Premios Traveler  en un acto que se celebró en los Jardines de Cecilio Rodríguez en el Parque del Retiro de Madrid,  nos desplazamos al Santuario de la Virgen del Acebo para celebrar una comida de hermandad.

El acto estaba programado para las 14:30 horas en el Restaurante Del Río. Tras dar buena cuenta del menú a base de Potaje de Cangas, Cabrito con patatinas y una deliciosa Tarta de almendra, nuestro “Prior” Galán nos recordó anécdotas  de las aventuras protagonizadas por algunos de los alumnos que estaban internos y que solían subir en pequeños grupos los fines de semana al Santuario del Acebo casi siempre acompañados por Carmelo, para quedarse en la Casa Rectoral que amablemente les facilitaba D. Herminio el recordado Cura del Acebo en los años 60 del pasado siglo.  
Una vez acabado el acto oficial hubo los consabidos  cantarinos de chigre paseo hasta la Cruz para inmortalizar el acto en la tradicional foto de familia y contemplar el excelente paisaje que desde allí de aprecia sobre todo si el día está despejado como hoy, aunque la temperatura era un poco fresca.
A partir de las 7 de la tarde comenzó el desfile de los asistentes hacia sus lugares de origen, salvo algunos  que pernoctarán esta noche en el Parador, quizá para recordar sus viejos tiempos de estudiantes, aunque suponemos que la confortabilidad será bastante mejor que años atrás,  cuando en lugar de habitaciones individuales el dormitorio albergaba todas las camas juntas.

miércoles, 16 de abril de 2014

HERMINIO. El escultor de La Caridad



Atendiendo a la ocurrente sugerencia de Longinos, y como reconocimiento cultural por su singular obra al escultor de La Caridad, Herminio, y por amistad  con  nuestro bloguero Carlos y señora, insertamos aquí en el blog esta noticia de La Nueva España de fecha 12 de abril de 2014,  en la que se le entrega a Herminio,  hermano de Lita, el “Asturiano del mes” de enero por su éxito con una plástica original y rotunda. También es importante noticia que este artista asturiano prepara una gran exposición  para finales de año en Miami. Entre los familiares y amigos que arropan al escultor del Occidente asturiano, podemos apreciar en la foto, en su ala derecha, a nuestros amigos blogueros: Lita y Carlos. 
Nuestra enhorabuena para el  escultor y para su familia. 
Se incluyen dos recortes de la noticia en el periódico.

 

domingo, 13 de abril de 2014

JESUSÍN Y'AL CANELO CASI AGÜECHAN AL TSOBU



L’outru día cuandu baixaba cunu  Canelu nu trator pa casa, tseva-mus un bon xustu lus dous;  diguvus-lu you. El casu foi que tandu  atsí nel Acebo entre una cousa  ya l’outra fixuse-nus de nueite escapau. Ya sigún baixaba-mus pul mediu’l monte,  el miou perru  que tsevaba-lu atau cunu rechu al remolque, ya sin las carrancas,  tsadraba que dios nus tsibre. Al chegar a l’altura de la  Fonte’l Pioyu uyimus unus autsidus que mitian miedu. El Canelu puxu-se alietsu ya tou tsarizudu pul tsombu de la tserza que tse entrou, ya you tamién tinía lus gadechus dereitus cumu escambrones, purque miánicas si nun pinsei que yeran lus tsubercus que taban pur atsí alredor nuesu asperándunus pa esbitsa-nus cumu faen cunus cadriles de las uvechas. Debían de tar pur atsí mesmu, peru nos nun lus agüechá-mus; solu escuitá-mus a lus xabariles  que taban fuzandu nun prau que ya lu tinian mediu tsabrau. Nos tiramus p’alantre ya una ve que tuvimos lonxe d’aquetsus pagus, el Canelu apaciguou-se un poucu ya anialou-se nu remolque, ya catsou la bouca hasta que chega-mus  a casa.

Na más chegar, delantre mesmu del miou bisteitu atoupei-me cunu   camionetu del tratante que vinía a tsevar  unus xatacus de cai la Rulindes. El humecón aquel  entrou pa la corte de la Rulindes escapau, peru cunel vinía outru rapaz pa echa-tse una manu cunus xatus, ya este asperou atsí fora nu camín. De ripente nutei queste rapazón  nun me quitaba güechu d’encima, peru cumu taba aquetsu uscuru cumu la bouca’l tsobo, ya este home tinía la gorra calada hasta las urechas, nun sabías quien tinías delantre. Astoncianas you fixei-me mexor n’el ya dime cuenta que’l magüetu yera el fichu dunu de Tineu que fixéramus la mili xuntus  nu mesmu cuartel nel anu 63, en Regulares  5 en Ceuta. Al intrugá-tse pul pai díxu-me: sí oh, ta aiquí; ahí lu tienes, ía el que entrou pa la corte. Aspera que lu chamu. Al menuto saliu loutru  cuna guichada na manu yan cuantu caimus lus dous del pullín, dímus-nus un abrazu ya puximus-nus muitu cuntentus lu mesmu él que you,  ya dixe-tse que subiera un ratadín pa mia casa, mientras el tracaburras del fichu trataba lus xatus cuna Rulindes ya’l sou pai. Una ve na cucina cuna tsuz de la bumbilla paeciu-me agüechar quel quintu miou retsucía-tse algu nuna  urecha y’al mumentu dime cuenta que tinía un aro de fierru cumu si fora la cantresa duna madreña.

El casu foi que diu-me la risa ya nun pude pur menus que intrugá-tse si agora taba alambrau cumu lus gochus. Miánicas nun tse gustou muitu,  purque cuntestou-me mal. Dixu-me que prifería  tiner pinta de xilingueiru anantias que de melandrín ya de zalampernu cumu you. Astoncias you, afalaguei-tse un poucu lus bréfites ya dixi-tse que nun se cabreara que yera tou una broma. Escapau baxei a la budega ya subí un xarru  vinu fresquín cunas frebas de xamón, media tsinguaniza ya la caramietsa de la fugaza’l  pan. Al poucu ratu tábamus lus dous tsevantandu las patas de risa nu escanu,  falandu del brigada Celestinu que muitas patacas nus fixera mondar el cabrón  nu campamentu  de Chinchilla en Albacete, peru eispués, nos pa vinga-nus de tou  lu que nus faía aquel chusqueiru,  mixabamus-tse pur enriba las patacas na más mundá-las. Cuandu taban cuciendu  prubaba-las el fandoscu d'el ya farfotsaba entre caniles que tinían muita sal, que tses  escaldara-mus mas augua fría pur enriba  pa que entotsaran un poucu ya nun se tses nutara tantu’l salitre. Ya nos pur itrás riventandu de risa purque d’aquetsu  del ranchu  prubábamus poucas cousas. Si tiníamus muita fame ya tábamus sin cuartus, astoncias cumíamus solu güevos fritus ya cucius, que esus pu lu menus nun taban mixaus.

Eispués de riínus abondu ya de falar un ratau intrugou-me esti mozu  si you tinía mucher ya dixi-tse la virdá, que non, que taba sulteiru tuvía. Astoncias dixu-me: Jasusín, Jasusín, tas feitu un bon pelgar. Que bien fixiste  quedá-te asina deste xeitu, sulteirón. Pa que vas casá-te oh.  Siguru que tienes peironas abondu pur aiquí pul pueblu, ya pula Vitsa tamién. You cuntestei-tse que tiner, tinía poucas, ya él nun pudía cuna risa. Astoncianas cuntou-me que you yera el acertau de siguir asina sulteiru, peru si algún día dicidía casá-me  que nun  cuchera la mucher del mesmu tiempu que you. Quia. Cueche-la pulu menus diez anus más xoven que tú,  purque you voi dicí-te apruveitandu que nun ta agora el miou fichu aiquí delantre,  que cumití la turpeza de axuntá-me cuna vicina que ía algu mayor que you; etsa pasa ya  de lus setenta y cincu, ya nun hai xeitu de mité-la pa debaixu,  ni tampoucu  arrimá-se a etsa  purque xebra d’uno cumu de lus tábanus.

Enxamás tien ganas de ribincar la desgraciada. Cuandu tse falu algu del asuntu dime la cundenada que prifier tar arrincando touzus de berza, arramandu cuitu na currada u barriendu las cortes, anantias que fayendu lu outru. Ya cuandu nun tse queda outru rumediu que acetar, escumienza a faer  axagüeirus ya trangadichas pa xebrá-se de mi si nota que toi rifón ya berriondu.  Nesi mumentu díxe-tse you que, ou etsus vinían a pulus xatus, haí una rapaza bien xoven ya bien axeitada, que se chama Rulindes,  peru que pa mi nun ameraba muitu, non; pierde cuidau. Gustan-tse más lus del sou tiempu que tsievan  pindientes nas urechas asina cumu faes tú.

Astoncianas dixu-me este rapaz que se chama Firme: “Jasusín, Jasusín,  pa  que crees que  tsievu you esti fierru mitiu aiquí na urecha”. Ya p’ancima tsievo tamién un tatuaxe noutru tsau  que nun te lu puedu enseñar agora, peru a las rapazas gusta-tses muitu esu. A mi diu-me muita risa ya nesi  mesmu mumentu cumenzou a voucear ya chamá-lu el tulondru del fichu,  y’al home tuvo que afuxir  a tou miter purque al outru bartolu escapouse-tse un xatu del camionetu y’andaba itrás d’el pul pueblu, d’acó pacutsó cumu si tuviera tsoucu. Astoncias, you deixei aquetsa xente ya mití-me pal miou curral a datse un poucu de cumer al Canelu que taba el probe muertu  fame.

Ya cun esu nun pude ni dici-tse adiós a este rapazón. Outru amiente bien, cuandu vuelva pur aiquí él solu, sin el tolo del fichu,  ya partsaremus más cousas de la mili ya de las mucheres d’aquetsus anus. Ya cun esu alón rapaces.

“Jesusín”, el pelgar

miércoles, 9 de abril de 2014

TOUS P’AL ACEBO

                                  ( Foto tomada de :http://www.minube.com)

Este anu cumu tsieva chuviendu  tantísimu tiempu a caldeiraus, asina cumu si fixera una muntunera de anus que nun caía una pinga d'augua, tan lus praus tous nun chamazal. Lus mious del ríu tuve las vacas atsí l’outra simana ya deixanunme-lu tou afracau cumu si fora un patacal ricién tsabrau. Pur esu agora cambiei-las pa las poulas que tiné-mus cerca del rebotsal, ou ta la cabanona, que atsí cumu ía un parandanal ya cuestu cumu’l tseironal, el tirrenu ta más ricudio ya tamién  t’al tapín bastante más entotsau,  ya cun esu  nun si espetan  tantu las patas del ganau na pación.

Cuandu tsievu  las vacas pa estas  poulas, faigu-lu  ceu  pu la mañena, ya pu la tardiquina en cuantu tsourienzo deixa de asuma’l fucicu pul tesu la xanzaina, baixan etsas  solas pa casa cunu perru  muitu bien sin tiner que dir you pa nada al prau. Peru loutru día apaicienun las vacas nu purtón del curral  solas, yal perru nun vinía cun etsas. Extrañou-me muitu purque el Canelu ía un perrón muito facindiegu que nun deixa las vacas solas pur nada. Asperei un ratau, ya cumu nun apaecía pur atsí, cumu si lu cumiera el sumiciu, acerquei-me a cai la Rulindes pa intrugá-tse si lu agüechara etsa pul pueblu, u pu la currada, peru esta mucheraca nun taba na casa la cundenada; ya díxu-me la sua mai que agora baixaba dous u tres veces pur simana a la Vitsa, xuntu con outras peironas tan buenas cumu etsa, a faer  una muxiganga de ginasia que creu que  espurren-se ya revuelcan-se pul suelu cumu fae el pullín miou cuandu gana la cebada, ya esas munxergas todas chaman-tses algu asina cumu pilatus, peru nun me faigáis muitu casu purque you pa estu de lus nomes  nun m’alcuerdu al ratau de uyí-lus.

Outra vez que tamién faltou el Canelu de casa, luegu alcuntramus-lu pasaus unus cuantus días cerca de La Nisal tou tsarizudu ya arrabuñau que fora engulismau itrás duna  perraca piquena que andaba caliente. Nel mumentu que  taba you cabilandu ou taría el can,  apaeciu el rapazón  de lus piensus runfandu cunu camionetu chenu hasta lus topes de sacus de farina, ya intruguei-tse si pur casualidá agüechara pula carretera al miou perru. De mumentu quedouse  cuepu el cundenau, peru al poucu ratu díxu-me que quiría ricurdar que  sí, que  agüechara faía poucu a un perrón marietsu que taba enganchau a una perra mastina delantre de Casa’l  Coxu de Bornazal, peru espuies tamién se trupezara cun outru perru subiendu p’al Acebo, peru que nun se fixara nu culor. You cunu que me dixu este fandoscu foi abondu. Nun fixe más que datse las gracias ya  fuxír a tou miter  pa casa pa cucher el trator ya acercá-me a pul perru pa trae-lu cuantu anantias pa casa.

Y'asina foi. Tandu a mediu camín  pinsei que pudía pasá-me primeiru pul Acebo pa intrugá-tses aquetsa xente si andaba pur atsí el miou can ya dipasu echaba un vasín u dous;  ya si nun taba,  espués runfaba pa Bornazal.  Primeiru priguntei nu chigre del Marruncín, el que ta dientru de lu qui ía el santuariu, y'apenas me fixé-nun casu. Espués acerquei-me al outru chigre, al de Ríos, ya atsí taba la nena sola;  Jusé taba pa Cangas, peru esta rapazaca díxu-me lu mesmo que el de lus piensus, que pur Bornazal tsevaba  ya unus días un perrón grande  cun carrancas al piscuezu  que andaba toul día cheirandu itrás duna perra mastina que yera  de lus pueblus d’abaixu. Puxe-me cuntentu, al sabere pur ou chapinaba el miou Canelu ya mandei-tse a esta rapaza que me echara un vasín de vinu. Etsa foi a la barrica a la bodega ya truxu  la xarra chena cunu  cachu al tsau ya un taruquín de queixu d’afuega’l pitu pa faer boca. Na más que prubei lus primeirus papaus de vinín, esta rapaza  priguntou-me si you nun yera unu de lus  que querían faer  fulixa atsí pa últimus de abril u primeirus de mayu. You cuntestei-tse que nun sabía nada. Astoncias  dixu-me etsa que’l outru día tuvieran atsí unus homes intrugandu al sou pai que querían faer una  comilona pa una muntunera de xente  que tuvienan tous cunus flairones de Corias, purque nesta ucasión tamién iba tar cun etsus un flaire muitu empurtante, que agora ya nun yera cura.  You quedei apavuriau del tou ya cuntestei-tse: mira munina, you nun sei nada de nada de lu que me falas. Purque outras veces garabatean algu  nu  Blog ese de Corias pa picá-me, peru agora toi pez del tou. Tamién ía culpa mía purque siguru que fartarian-se de chamá-me, ya  abondu lu fixe-nun las outras veces, peru estus rapaces tienen que cumprender que you nun puedu faer lu mesmu que faen etsus. Etsus tan tous ritiraus ya cun bonas pinsiones;  nun ía cumu you que si quieru cumer un cantrochu pan cun toucín  tengu que tar toul día itrás del rabu las vacas. Outru amiente, nesta ocasión   prestaria-me tar al pia d’etsus un ratau. A tou estu, si faes el favor di-tse  a tou pai cuandu venga que’l día que faigan la fulixa toda esta rapazada aiquí, que me chame, que si tengu you el ganau pur aiquí cirquina,  pula poula la cabanona, acercu-me cunu trator nun ratau a tumar café cun etsus. Anque, miánicas, cumu toi tan esgurrumbao ya feitu un podricu,  nun sei si me cunecerá alguno detsus. Tous non, peru lus de lus anus primeirus del cunventu , sí me cunecen sí. Deixu-vus hasta outru ratau que marchu a pul Canelu a Bornazal, anantias que se faiga de nueite, que si ta muitu tiempu sueltu pur atsí  nun deixa una perra sin enganchar en toul vatse. Ya cun esu alón, rapaces

“Jesusín”, el pelgar