PRESENTACIÓN

Anualmente cuando nos reunimos los antiguos alumnos de Corias, bien sea en grupos minoritarios por promociones en diferentes lugares del Principado y alrededores, o de forma general en el encuentro de Corias a finales de cada mes de septiembre, siempre solíamos comentar al sentir la alegría de juntarnos de nuevo que, era una pena el que hubieran pasado tantos años sin comunicarnos y sin saber unos de otros.

Afortunadamente, en estos tiempos eso está subsanado gracias a los medios informáticos disponibles que tenemos a nuestro alcance. Aprovechando la oportunidad que nos brinda BLOGGER para poder crear un espacio cibernético común, en la nube, donde se pueda participar y expresar los recuerdos que cada uno de nosotros guardamos celosamente de aquellos años, es cuando surge el Blog de los antiguos alumnos de Corias.

Esta elemental presentación lo único que pretende y persigue es reavivar la amistad y la armonía que hemos trabado entre todos nosotros durante los años de convivencia en el Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias y, que a pesar del tiempo transcurrido, aún perviven frescas en nuestro recuerdo.

Otro de los objetivos del blog es recordar y compartir las peripecias vividas por aquellos jóvenes que coincidimos bajo las mismas enseñanzas, disciplinas, aulas, comedores, dormitorios, juegos, etc., durante varios años en el convento de Corias y que aún las tenemos muy presentes.

La mejor forma que tenemos para rememorarlo es ir contando en este blog todos los pasajes que cada uno de nosotros recuerde, expresados con la forma y estilo propios de cada uno pero, siempre supeditados a los principios del buen gusto, el respeto y a la correcta educación que nos han inculcado los padres dominicos. El temario en principio aún siendo libre, sí debiéramos procurar en general, que tengan preferencia los temas relacionados con el colegio y su entorno, ya que es el vínculo y denominador común entre todos nosotros.

Como es lógico, cada colaborador es el único responsable de sus opiniones vertidas aquí en el blog; las cuales pueden ser expresadas libremente sin condicionantes ni cortapisa alguna por parte de la dirección; tan solo debemos atenernos todos, a las premisas mencionadas anteriormente del respeto y el buen gusto.

Una vez hecha esta breve presentación, se pide la colaboración y aportación de todos los antiguos alumnos pues, seguro que todos tenemos algo ameno e interesante que contar. Unas veces serán relatos agradables y divertidos, y otras no tanto; pero así es la realidad de la vida.

Al blog le dan vida una serie de antiguos alumnos que colaboran de forma fehaciente y entusiasta con Benjamín Galán que es el bloguero administrador. A este galante caballero el cargo de administrador no le fue asignado por méritos propios, más bien por defecto, de forma automática; simplemente, por ser el titular del blog. Pero podría delegar el cargo en cualquier otro colaborador que así lo deseara.

De antemano, muchas gracias a todos los participantes y colaboradores. Tanto a los antiguos alumnos y profesores que deseen intervenir, como a todos nuestros amigos lectores.

¡A colaborar y a disfrutarlo!

(21 de noviembre de 2009)

B. G. G. (BLOGUERO PRIOR)

viernes, 27 de febrero de 2015

DESPEDIDA AL PADRE DIMAS


La Virgen del Camino, León. 27 de febrero de 2015.

Como representante  de los antiguos alumnos de Corias en el funeral del Padre Dimas, aunque he sido autonombrado dadas las coincidentes circunstancias de residencia con el finado, os voy a relatar de forma escueta y lo más concisa que me sea posible  lo que fue el acto en sí de despedida  al bueno del Padre Dimas. 

Anoche ya  estuve en la capilla ardiente  por un corto espacio de tiempo, pero en aquellas horas ya tardías, allí  reinaba un ambiente tranquilo y sosegado casi privado para la familia,  la comunidad de hermanos religiosos y algunos amigos más. Tal que, una vez que se rezó el rosario en la capilla ardiente, instalada en la capilla privada de los frailes, y presentados mis respetos al difunto,  me retiré a mi casa.  Sin embargo  hoy ya era diferente y, aparte de tener un día soleado espléndido en León, ya éramos bastante más  gente entre la que contaba con caras conocidas y queridas por mí  como eran: Basilio, Lastra, Patxi, Emiliano y el Padre Miguel Equiza Lasarte, procedente de Coruña, que por encargo del amigo Inocencio, me identificó al instante y muy amable y cariñosamente me buscó y vino a saludarme. Por mi parte fue un placer el conocerle.

En el funeral de hoy también se notaba la presencia de muchas personas seglares,   ajenas a la orden dominicana,  pero  que querían agradecer y  acompañar al Padre Dimas en su recorrido terrenal  final. Sobre todo, había bastantes feligreses de los pueblos limítrofes donde él ejerció el sacerdocio durante algunos años. La foto que pongo aquí recoge el momento en el que los hermanos dominicos salían  delante del féretro para una vez cruzada la carretera N-120 acceder a la basílica menor de La Virgen del Camino  en cuya fachada frontal se encuentra un gran friso con trece figuras de bronce, con la Virgen  y los doce Apóstoles, obra del arquitecto catalán, ya fallecido, Josep María  Subirachs.

Como sería de suponer, yo que soy de gatillo fácil,  podría exponer aquí una colección extensa de fotos de la ceremonia, pero he hecho ésta solamente y con mucha discreción para que sirva como reseña del acto,  e ilustre esta efeméride en el Blog.  Creo que todos estamos de acuerdo en que  no es de buen gusto hacer fotos en un funeral, salvo que el finado sea personaje público. En este caso, el finado era todo lo contrario pues, todos los que lo hemos tratado sabemos muy bien que nada más lejos de él.  El Padre Dimas fue una persona de lo más humilde y discreta,  que nunca pretendió destacar, salvo en hacer el bien al prójimo; de ahí que fuera  muy querido y valorado por todos los que le han conocido y tratado, bien como sacerdote, como profesor,  o simplemente como  amigo.

La basílica estaba ocupada en un 60% de su capacidad, calculo yo  que entre religiosos y seglares sería de ese orden. Hermanos dominicos he valorado, así por lo alto, que podría haber del orden de 60 por lo menos. Hermanas religiosas también había varias.

La misa fue oficiada por el Padre Provincial de la Orden acompañado de al menos otros diez sacerdotes dominicos. En el comienzo de la misa se leyó una biografía del finado donde se pormenorizaban de forma detallada, todas sus ocupaciones desde que ingresó en la orden de Santo Domingo.  El padre provincial es  un dominico joven, jovial y  asturiano que hizo un acto ceremonioso  y  solemne, sin extenderse demasiado en la homilía pero dejando muy claro, por su brillantez y sencillez,  que pertenecía a la orden de predicadores.  A la salida del acto religioso el grupo de Corias  parlamentamos un rato encantados entre nosotros y  después de elogiar al Padre Dimas y de recordar su bonita y potente moto de los tiempòs de Corias, nos despedimos hasta que no surja cualquier otro motivo común de carácter festivo, y si no,  hasta el último sábado de septiembre próximo en Corias.

¡Descanse en paz el bueno del Padre Dimas!


B. G. G. bloguero “Prior” 

jueves, 26 de febrero de 2015

NOTA NECROLÓGICA. PADRE DIMAS

Me acaba de comunicar el amigo Inocencio el fallecimiento de nuestro antiguo profesor el Rvdo. Padre Dimas. Sabíamos que últimamente su salud era delicada, pero no como para temer por su vida. Descanse en paz este buen dominico, buen hombre y buen profesor, del que todos sus exalumnos mantenemos un recuerdo imborrable.





sábado, 21 de febrero de 2015

¿POR QUÉ, POR QUÉ POR QUÉ?




Yo de mayor, quiero ser antropólogo. Si hubiese reencarnación me gustaría reencarnarme en un antropólogo, o en su defecto en Reina de las fiestas de Medina del Campo.

El río de mi curiosidad que debería ser un minúsculo regato, dada la edad, se me está convirtiendo de día en día en un torrente que inunda la vida de preguntas y más preguntas. No lo puedo evitar y además, no quiero. Necesito saber el porqué de tantas cosas que no doy abasto.

¿Por qué…?
Por ejemplo unas pocas para no ser demasiado prolijo.
1          1-   ¿Por qué tengo que enterarme de las intimidades de medio concejo cuando viajo en tren, en bus o cuando tomo un café en un bar? ¿Es que no saben o no quieren hablar con más recato?
2         2-    ¿Por qué cuando el Ayuntamiento oferta cursos para personas mayores – por ejemplo uno de informática elemental– se apuntan siempre 23 mujeres y 2 hombres?
3        3-    ¿Por qué un chico de doce años sabe donde se vende droga –portal y piso-  y las autoridades parece que lo ignoran?
4       4-   ¿Por qué hay tantas adolescentes que blasfeman como carreteros, beben como cosacos y fuman como turcos?
5         5-    ¿Por qué los mendigos siempre están en la puerta de las iglesias y jamás en la puerta de un sindicato?

Tengo otras sesenta  pero esas son suficientes para hoy.
Ahora dejadme que plantee una que me trae loco desde hace meses.

A diario, de 7 a 9 o 10 de la noche, pasa bajo mi ventana unas 15 o 20  veces un coche que ruje como un león en celo. Lleva el escape roto. O lo rompió. El resultado es un concierto de decibelios que llenan todo el ámbito del barrio. En 100 metros acelera 20 veces haciendo bramar el coche. Este es un humilde utilitario.
Este tío ha hecho aflorar al antropólogo que llevo dentro y que nunca pudo practicar.

¿Por qué un individuo necesita que su vehículo llene de ruidos estrepitosos todo un barrio durante varias horas?
Parece una tontería pero es un tema de gran interés.
Mis lecturas de Veblen, J. Heath o Lipovetsky me empujan a poner la lupa de la ciencia sobre este fenómeno.
Vamos a ver.

Este hombre es evidente que está enamorado del ruido que provoca. Esto es grave. Enamorarse de un ruido es casi tan increíble como aficionarse a chupar candados o lamer esquinas.
Dos hipótesis científicas.

-        -    El hombre padece síndrome del sonajero. Un antropólogo alemán cuyo nombre no recuerdo, habla de este síndrome. Según él, el sonajero, su ruidillo, le encanta al bebé. Pero un día estampa su sonajero contra el suelo y el estrépito le entusiasma “el ha provocado el ruido”. Más tarde se da cuenta de lo maravillosos que son otros ruidos: sus llantos, sus gritos, sus chillidos. Luego va al cole y él y sus colegas producen más ruido que una parrilla de salida de Fórmula1. Luego le compran un MP4 y lo escucha al máximo volumen. Total: que se ha hecho adicto al ruido. Parece mentira, pero es así. No puede pasar sin su ruido, como otros no pueden pasar sin X pitillos al día o X goles cada domingo.  En resumen, la adicción al ruido es un síntoma de inmadurez  personal. Es propia de niños pequeños.

-         -     Síndrome del desapercibido es un caso estudiado por J. Heath y por Lipovetsky. En todo colectivo humano, en todos los tiempos, de entre la masa anónima surgen individuos que no se resignan a permanecer en el anonimato. Quieren y necesitan sobresalir, destacar, ser diferentes, deslumbrar a los demás. Bien, esto, en principio es sano y nada objetable. El problema surge cuando el individuo carece de cualidades personales para destacarse. No es el más fuerte, ni el más hábil, ni el más inteligente. No tiene a que acudir para salir del anonimato. Y es ahí cuando surge el síndrome. Muchos no se resignan y recurren a extravagancias. Por ejemplo se ponen seis grapas en cada oreja y se tiñen el pelo de verde. Ya no pasa desapercibido. Lo malo es que otros le imitan recurriendo a la misma extravagancia. Luego muchos más. Ya son tantos que terminan por ser todos otra vez masa. Vuelven algunos a intentar otro truco para salir de esa masa. Así se crean las modas.

Pepe Morán. Dominico-ex


NOTA I: Bueno, la verdad es que da pena pero no causa daño a nadie. Por lo demás, no tiene difícil arreglo.

NOTA II: Recomiendo estos libros de antropología.
1         1.      Rebelarse vende. De J. Heath.
2         2.      Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas. De Harris Marvin.
3         3 .      La Sociedad de la depresión. De Lipovetsky.

Los dos primeros son más interesantes y más divertidos que una buena novela, el tercero es ligeramente más denso.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Fallece el escritor José Avello Flórez


El Blog de los antiguos alumnos de Corias quiere manifestar el pesar por la pérdida del  escritor  cangués y como reconocimiento a su persona y a su obra, reproduce aquí el artículo publicado en La Nueva España del 17/02/2015, como homenaje a este asturiano ilustre. Descanse en paz, Pin Estela.


Fallece el escritor José Avello
El autor fue finalista del premio "Nadal" con su novela "Jugadores de billar", ambientada en un bar de la calle Mon, en Oviedo
17.02.2015 | 17:12


REDACCIÓN José Avello Flórez (Cangas del Narcea en 1943) ha fallecido esta mañana en Madrid donde residía desde hace tiempo.
El escritor asturiano inició estudios de derecho en la Universidad de Oviedo al tiempo que asistía a las clases del filósofo Gustavo Bueno y a participaba en grupos de teatro. Más tarde continuó sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid.
En 1983 fue finalista del Premio «Nadal» de novela con la obra "La subversión de Beti García"
En 2002 publicó "Jugadores de billar", su novela más conocida, con la logró el Premio de la Crítica en Asturias y el «Villa de Madrid» de narrativa.

La novela, ambientada en los años noventa, se centra en cuatro amigos (Manuel Arbeyo, Álvaro Atienza, Floro Santerbás y Rodrigo de Almar) que se conocen desde la infancia y se reúnen regularmente en un reservado del ficticio café Mercurio de la ovetense calle Mon, para jugar al billar. Todos ellos han pasado de los cuarenta. La mesa de billar es una metáfora de la vida. Los jugadores planean sus jugadas con la misma impetuosidad, cautela o misterio con que se comportan en la vida diaria. Floro Santerbás tiene puntos de encuentro con el escritor José Ignacio Gracia Noriega. Jugadores de billar está elaborada desde los presupuestos del materialismo filosófico de Gustavo Bueno.


P. D. En la página web de El Tous p@ Tous se puede ver una amplia biografía del finado, pinchando en este enlace: http://www.touspatous.es/index.php/biografias/974-entrevista-con-pepe-avello-escritor-y-profesor-emerito-de-sociologia-de-la-cultura.html

sábado, 14 de febrero de 2015

El Señor Gregorio


Ángel y Sonia, 22 y 20 años, eran alumnos míos a finales de los años 90.
Les enseñaba inglés comercial y ellos a mí el valor de la amistad. Procedían ambos – en segunda generación – de un pueblito de la Alcarria llamado Yela.
Ángel confesaba su adscripción irrenunciable a una serie de valores, su novia Sonia, el Real Madrid, su pueblo y sobretodo su abuelo. Este último era para él un asunto transcendental en su vida y tema recurrente en toda conversación. Hasta tal punto era así que dio en pensar que a su amigo Pepe(o sea yo) no se le debía privar de la oportunidad de conocer personalmente al abuelo. Así se fraguó mi visita a Yela, allá por el mes de marzo.

El viaje en coche desde Madrid a Yela duraba como una hora y cuarto. Ángel me esperaba a la entrada del pueblo. Su abuelo lo había despertado a las seis de la mañana a gritos “que va a llegar tu profesor y tú en la cama, gandul”. Luego me previno en orden a mí, me reuniría con el abuelo.

Parece ser que este se había reclamado para sí el protocolo de ser él quien me enseñaría el pueblo. Me advirtió que lo aceptase aunque el abuelo estaba completamente ciego. Me notificó que procurara en la conversación tenderle el raíl de su tema de conversación favorito, para que se explayase. Es decir, el tema de la mula Blanca. Había otro tema de gran interés para el abuelo: las relaciones con su mujer en lo que respecta a la tele. Ella estaba casi sorda del todo.

Fue así como el Sr Gregorio (así se llamaba) me paseó por todo el pueblo. Me enseñó cada casa, cada huerto, casi cada piedra señalando con una precisión de cirujano.
-                         -   ¿Ve usted esa fuente? Pues nos la hizo Franco.
-                         -   ¡Qué me dice! ¿Qué Franco mandó poner una fuente en Yela?
-                         -  Pues sí, bueno le mandó al alcalde de Brihuega que nos la pusiese.
-                         - Ah, bueno ya creí que había estado aquí de visita. Oiga Sr Gregorio ¿Usted habrá tenido ganado en otra época, verdad?
-                        -  Pues sí, tuve siempre algunas ovejas y algunas cabras. Pero lo mejor que tuve fue una mula que le hurté al ejército.
-                        -   ¿Qué usted le robó al ejército?
-                        - Si, mire, el día que terminó la guerra civil estaba yo en el frente de Valencia. Regresaba de las trincheras de llevar víveres con una mula muy joven y muy buena. Yo, tal que dijeron que se había acabado aquello, le di media vuelta a la mula y me vine con ella al pueblo.
-                       - Oiga, oiga. Eso son muchísimos kilómetros.
-                       - Sí, 250.
-                      -   ¿Y cómo se orientó para venir aquí?
-                     -  Pues muy fácil. Yo viajaba con la mula y por la mañana tenía que darme el sol en la espalda y por la tarde en los ojos. Así vendría a La Alcarria.
-                     - Ya, ya me dijo su nieto que es usted muy inteligente.
-                     -   No quiera ver el hambre que remedió aquel animal en la casa con cuatro niños pequeños, años de arar centeno con ella. Gracias a ella salimos adelante.
-                     -   Oiga Sr Gregorio y digo yo ¿El ejército nunca reclamó la mula? Me da que salvó usted de milagro.
-                    -  No, verá, yo se lo conté al alcalde de Brihuega y llegamos a un acuerdo. Él me la vendió por cincuenta pesetas. Todavía tengo la factura en casa por si acaso.
-                    - Se puede decir que se la regaló.
-                   -  No crea, bien me costó a mí reunir las cincuenta pesetas.
            Más tarde le eché otro poco de cebo.
-                   - Oiga, me he dado cuenta de que su mujer está algo sorda.
-                   - ¿Cómo algo? Está sorda como una tapia. Me tiene amargada la vida. Pone la tele que retumba la casa entera. Desde las siete de la mañana a las doce de la noche.
-                    - ¿Y usted cómo se arregla?
-                    -  Pues mal. Hay días que me voy al establo a dormir. Tengo allí una colchoneta y una manta.

Era divertido oírle. Era un hombrecillo de baja estatura, enjuto, de poquísimas carnes. Pero ágil como una ardilla. Desde la guerra nunca volvió a abandonar el pueblo.

Yela era el típico pueblo alcarreño, pardo, aplastado contra la tierra, de casas muy humildes. La Alcarria es tierra deforestada, sin pastos, todo monte abajo matorral. Tierra ingrata para el grano, negada para el huerto. Tierra de fríos glaciares en invierno y calores tórridos en verano.
No encuentra uno razón alguna para vivir allí. Tierra solo apta para liebres y águilas. Tierra puesta en la altiplanicie española como trampolín para viento y como pedestal de la nada.

Yo, que había leído “El viaje a La Alcarria” de C.J Cela, no pude ver con otros ojos que los del gran escritor.

El abuelo me reiteró varias veces cuanto lamentaba no poder ofrecerme nada mejor y más digno de mi categoría. Os digo que era un encanto.

Reanudamos las clases y llegaron las vacaciones de Semana Santa. Ángel y Sonia fueron al pueblo.
Cuando volvimos después de la Semana Santa estaban ansiosos por verme y contarme.
“Pepe, que el abuelo resucitó”. Ya y os dejó cien millones en herencia. “Que no, Pepe, que es verdad”. Y me contaron…

El martes de Semana Santa, por la tarde el abuelo se puso muy malito y fue y se murió. Parte de la familia estaba pasando unos días en el pueblo y se hicieron cargo de todo, vino un médico de Brihuega (a 7 km) y certificó su muerte. Trajeron de esta localidad un ataúd para el caso. Metieron en él al Sr Gregorio, le cerraron los ojos, le pusieron las manos sobre el pecho con una cruz y se inició el velatorio en el comedor.

Llamaron a la familia ausente, en Madrid, Guadalajara y Alcalá. A las dos horas ya estaba toda la familia reunida en la casa, las mujeres enlutadas, bisbiseando rezos en el comedor, los hombres en la cocina hablando de sus cosas, a eso de las 22:45 de la noche, cuando el Sr Gregorio llevaba muerto casi cinco horas, de súbito estalló un griterío mezclado con sollozos y todas las mujeres que velaban salieron despavoridas del comedor. El abuelo que yacía en el féretro se sentó, se abrazó a sí mismo y exclamó “¡Uf, que frío!¡Qué bien me vendría una sopita!”.

Nota: lo consulté con varios médicos y todos me indicaron que era muy posible y que aunque no frecuente, ocurría en algunos casos. Se llama quedar en “estado cataléptico”. No tuve ocasión de volver a ver al Sr Gregorio para preguntarle qué había visto durante esas cinco horas.


Pepe Morán. Dominico-ex

lunes, 9 de febrero de 2015

YO, ESTUVE EN CORIAS


Hace unos días, cayó en mis manos la memoria de un dominico., que pasó por Corias allá por los años 40. Hombre de gran vocación religiosa, gran defensor de los Derechos Humanos y de los más necesitados. 

Posiblemente para la mayoría de los blogueros no tenga el menor interés este relato, pero su descripción del paso por nuestro querido monasterio despertó en mi un interés especial con el fin de contrastar aquellos tiempos y los nuestros.

El libro consta de unas 300 páginas y muchas de ellas tratan de temas que no sería prudente reflejarlos aquí, por su contenido crítico hacia ciertos estamentos, por lo que me centraré en aquello que nos pueda traer algún recuerdo o que resulte un tanto chocante.

Su nombre es Juan, nació en un pequeño pueblo del concejo de Tineo, en noviembre de 1926, dentro de una familia profundamente religiosa. Es el tercero de 10 hermanos y actualmente está convaleciente de una doble operación de cadera.

Cuenta lo mucho que le costaba rezar el rosario, todos los días, después de cenar y el percance ocurrido el día de su primera comunión.


       -Sería por 1935, finales de mayo o primeros de junio; bajábamos mi hermano Pepe y yo hacia la iglesia, muy contentos, y pasamos por debajo de una zreizar que tenía las zreizas ya coloradas, cogí una la metí en la boca y Pepe me dijo: “¡Uy nin!, no podemos comer ni beber nada antes de comulgar. La escupí y con ella toda la saliva que tenía en la boca.
        Al llegar a la iglesia, se lo comenté al cura y éste me dijo que no podía comulgar, por lo que tendría que esperar al año siguiente para hacer la primera comunión. Y así fue.
        Ingresé en Corias en setiembre de 1939, terminada la guerra, donde la pensión (comida, cama, lavado de ropa y estudios) costaba una peseta mensual.
         Llevaba poco más de un mes cuando empezó a dolerme una rodilla y el médico de Cangas me recetó paños calientes, tanto como aguantara, para que “madurara la infección”. Pero no mejoró y aquello cada vez estaba peor, por lo que el día de San Martín (11 de noviembre) fue papá a buscarme, con el caballo y la pollina, para llevarme a casa. Recuerdo la fecha porque, al pasar por Gera, paramos un rato a descansar y ver la feria.
         Un médico de Tineo me diagnosticó reuma articular, por lo que los paños calientes no estaban muy indicados, en este caso, y habían agravado el mal
         Tenía que tomar diariamente una cucharada de calcio en polvo, un concentrado de hierro y otra cucharada de aceite de hígado de bacalao.
          La rodilla mejoró y, cuando no había nadie por casa, me levantaba y me iba a jugar a la era. El médico se enteró y me escayoló la pierna.
          La hinchazón disminuyó y como la escayola quedaba floja la bajaba como una polaina y seguía jugando, por lo que la convalecencia duró seis meses.
          En setiembre de 1940 volví a Corias. La morriña de la casa era muy fuerte. Recibía una carta, cada semana, de mamá y tenía que meterme en el baño a leerla porque me saltaban las lágrimas.
          Estaba allí el P. Antonio del Riego, de Tineo, y nos enseñó el lugar donde los milicianos le obligaron a cavar la fosa antes de fusilarlo, aunque no llegaron a ejecutarlo, posiblemente, por llevar el apellido Riego.
          Estaba de rector el bonachón del P. Jacinto Garrastacho y lo fui a ver para preguntarle si la falta de la falange del dedo pulgar sería impedimento para ser ordenado. Me hizo coger un papel y me dijo que no había ningún inconveniente.
         Todos los profesores eran dominicos, en su mayoría jóvenes, y sin ninguna preparación en las asignaturas a impartir.
         Teníamos libro de texto de todas las materias y el método consistía en tomar la lección: responder en clase lo que habíamos estudiado la hora anterior.
En tercero, llegó un grupo de dominicos con título universitario recién obtenido en la Universidad Central de Madrid lo que significó una verdadera revolución en el método de enseñanza.
        Los alumnos éramos de varias provincias: Palencia, Valladolid, Madrid, Santander, pero la mayoría éramos asturianos, predominando la cuencas mineras.
        Por la mañana teníamos: misa, desayuno, media hora para hacer la cama e ir al servicio. Dos clases por la mañana, con un descanso de media hora y dos por la tarde.
        Antes de cada clase teníamos una hora de estudio para preparar la lección en un amplio salón con pupitres individuales de madera. Después de la última clase, rosario, cena y a la cama.
        La jornada era intensa y agotadora que nos exigía dedicación y mucho interés, por lo que muchos abandonaban y se volvían a sus casas.
        No recuerdo haber recibido ningún castigo, sólo los colectivos.
        Nos trataban con cariño. Los castigos se reducían a ponerse de rodillas en clase, en el salón de estudios y si la falta era muy grave en el comedor durante la comida. No recuerdo un castigo violento, como una bofetada.
        Algunos frailes eran incapaces de mantener el orden y la atención en clase, como el P. Quitaniella que, con frecuencia, ponía a toda la clase de rodillas o nos castigaba sin recreo.
        Al P. Garrastacho le sucedió el P. Domingo del Pilar. La primera medida que tomó, como director, fue prohibir todos los castigos, pues quería que actuáramos por responsabilidad y no por miedo al castigo.
        La comida era pobre, los tiempos eran malos: posguerra, racionamiento y en plena guerra mundial.
        El desayuno consistía en una taza grande de café (achicoria) con leche (muy aguada) y un panecillo.
        Al mediodía un plato, lleno hasta rebosar, de un potaje muy aguado, con unas cuantas alubias en el fondo y muchas berzas casi sin picar.
        Después, de segundo, un pedacito de carne o pescado con lechuga y alguna patata.
        Mamá me enviaba, todos los meses, un queso, una fogacina y unos cuantos chorizos para la merienda. Esta comida, que recibíamos de casa, la guardábamos en un cuarto bajo llave y yo fui, por un tiempo, el encargado de abrir y cerrar esta despensa colectiva.
        En tiempos de castañas (abundaban) nos permitían hacer magosto. Nos juntábamos por grupos: recoger castañas, traer leña, atizar el fuego, pincharlas para que no esplotaran y asarlas en una lata, agujereada por el fondo. Sabían a gloria.
        En la cuadra, donde engordaban los cerdos para la matanza, había algarrobas y algunos iban, a escondidas, a comerlas.
        El síndico (administrador) era el P. José García que se desvivía para que no nos faltara de nada. En tiempos de cosecha visitaba, con un camión, los pueblos de Castilla y León para comprar directamente a los prtoductores y obtener mejores precios. Por la zona de mi pueblo venía cuando la cosecha de las patatas y, en general, la gente se las daba como limosna.
        Una vez al trimestre disfrutábamos de un día de campo, un día libre de clase y sin rutina diaria. Íbamos a pie a lugares distantes 8 ó 10 Kms. como El Puelo, Tebongo, Santa Ana, Arganda, Veiga la Piedra y, la comida, de fiambre, era abundante y más sabrosa que la del comedor. En estos días disfrutábamos de verdad, rompiendo con la cansina rutina de todos los días, alejados, por un día, de los libros de texto, de los ejercicios, de la disciplina y de un horario agotador.
        Aún recuerdo el caso de un compañero de curso que se partió el cuello y quedó inconsciente al caer de una morera.
        El médico, de Cangas, propuso clavarle un punzón en el corazón porque no había remedio y estaba sufriendo mucho.
        Era el mismo médico que me atendió cuando el problema de la rodilla.
        El P. Elías Fierro, nuestro director espiritual, se opuso rotundamente porque sería un asesinato. En vez del punzón, en el corazón, puso una reliquia del P. Arintero bajo su almohada y el alumno recuperó el conocimiento y mejoró en el rendimiento de sus estudios.
        Terminé los cinco cursos “PENSUM” equivalente a la reválida de entonces, pasé unos quince días en casa para despedirme y salía para Salamanca, para hacer el noviciado, convencido de que valía para dominico.
         El noviciado, en Salamanca, si se toma en serio exige mucha concentración para conocer tus inclinaciones y gustos. Algunos compañeros fueron cayendo por el camino, por diferentes motivos: porque comprendieron que no era eso lo que buscaban, la dureza del internado en el convento, la mala y escasa comida, la añoranza de la familia y el cambio radical de estado de vida.
         Filosofía lo hice en Vergara y Caldas de Besaya..
         Regresé a Salamanca para hacer Teología donde el frío era insoportable. Recuerdo que en febrero de 1954 el termómetro estuvo a 12 bajo cero varios días. Sólo teníamos calefacción en las clases; en el coro, en el dormitorio y en los claustros no, por lo que los sabañones y catarros eran frecuentes.
         Me ordené presbítero el 23 de noviembre y mi primera misa solemne fue el 25 de diciembre.

         Como dato curioso diré que el orador, durante la misa solemne, fue el P. Luis Martínez O.P. que estaba en Corias en el 57. 

         Después fui destinado a Québec, desde allí a la Universidad Laboral de Córdoba,, siguió Vergara, Santo Domingo, Brasil, Roma y nuevamente Santo Domingo.

          Desde aquí,  deseamos una pronta recuperación a este dominico incansable, aunque los años no pasan de largo.

domingo, 8 de febrero de 2015

NECROLÓGICA JOSE EL DE LA CHATA




Me acaba de notificar  Marta Rodríguez González, que ha fallecido su primo Jose,  amigo y compañero nuestro, más conocido como Jose "el de la Chata". Normalmente me solía ver con él cuando voy a Cangas pues coincidíamos en la Cafetería Cadillac con frecuencia, pero ya hacía bastante que no nos veíamos. En mi nombre y en el de todos los miembros del Blog trasmitimos nuestro más sentido pésame por su fallecimiento a sus hermanas: Toni y Paloma y al resto de la familia. Descanse en paz nuestro buen amigo Jose, el de la Chata.